bilbao. Sin hacer ruido, desde el anonimato, pero contribuyendo a confeccionar los mimbres necesarios para que el nuevo tiempo abierto en Euskadi sea un espacio en el que la convivencia y el reconocimiento del daño causado tenga cabida para todos. Bajo estas premisas, alrededor de una treintena de víctimas de ETA, los GAL, el Batallón Vasco Español y de las Fuerzas de Seguridad franquistas han trabajado de forma conjunta durante los últimos cinco años de la mano de la Dirección de Atención a las Víctimas del Terrorismo del Gobierno Vasco en una iniciativa sin precedentes en Euskadi. Un hito para la reconciliación que puede servir de germen para que los damnificados por las diferentes violencias se puedan sentar en la misma mesa para intercambiar opiniones, huyendo de los titulares y de los mensajes viciados que llegan desde algunos sectores.
Cuando todos los focos de los medios de comunicación se centran en los encuentros auspiciados por Instituciones Penitenciarias entre víctimas de la organización armada y presos de la denominada vía Nanclares -el próximo será el de la hermana de Gregorio Ordóñez con Valentín Lasarte-, la iniciativa Glencree salió ayer a la luz después de un lustro de reuniones entre afectados de todas las violencias. Un trabajo que ha ido de menos a más, con encuentros más o menos periódicos, que tuvieron su punto de origen en diciembre de 2007 en la localidad norirlandesa que lleva el nombre de la iniciativa. Cinco años de trabajo, alejados del rifirrafe político, en los que los participantes han tenido que limar asperezas, ponerse en la piel del otro, en definitiva, convivir. Como muestra del hermetismo con el que los participantes en Glencree han desarrollado las citas, basta decir que los diferentes partidos políticos no han tenido constancia de la iniciativa hasta que sus integrantes han decidido hacer públicas las conclusiones tras cinco años de trabajo.
La declaración -que tiene un afán pedagógico y con la que sus integrantes dan por concluida la vida de esta pionera iniciativa en pro de la normalización- hizo hincapié en defender la convivencia entre todos y en apremiar a la sociedad para que lleve a cabo una revisión autocrítica del pasado. Algo de lo que dieron cuenta Carmen Hernández, viuda del concejal del PP de Durango, Jesús Mari Pedrosa, asesinado por ETA en 2002, y Axun Lasa, hermana de Joxean Lasa, a quien los GAL secuestró y enterró en cal viva. Las dos, afectadas por la violencia de diferente índole pero con el mismo dolor a cuestas, fueron las encargadas de leer las conclusiones finales en la rueda de prensa celebrada en la capital guipuzcoana.
"Aspiramos a una convivencia pacífica, respetuosa y constructiva en el seno de una sociedad plural, libre y justa. Para el logro de esta aspiración social son deseables y necesarios los gestos de reconocimiento del daño causado y la asunción de responsabilidad por parte de todos los perpetradores de la violencia", subrayaron Hernández y Lasa en un comunicado leído en euskera y castellano, en el que los integrantes de Glencree no escondieron las vicisitudes que han experimentado durante estos años: "Sanar las heridas obliga a un proceso que no está exento de tensiones o conflictos. Nosotros los hemos vivido tal vez como nadie. Esperamos que esta experiencia compartida anime a otros a hacer sus propios procesos".
reacción de los allegados Este periódico se puso en contacto con alguno de los participantes en los encuentros, pero ninguno quiso hacer declaraciones hasta que su entorno conozca los pormenores de los encuentros. Un dato que demuestra el hermetismo y el sigilo con el que se han llevado a cabo los diferentes contactos entre las víctimas de ambos lados. "Tengo que ver cómo encaja mi mundo todo lo que hemos hecho, hasta entonces prefiero no hablar del tema", remarcó una de las afectadas por la violencia que ha formado parte de Glencree.
Entre los participantes destacan víctimas directas como el edil socialista de Zarautz Patxi Elola, objetivo de numerosos ataques y amenazas del entorno de ETA, y Jokin Olano, que sufrió torturas a manos de la Guardia Civil; Edurne Brouard, hija del histórico dirigente abertzale Santi Brouard, asesinado por los GAL; Trini Cuadrado, viuda de Miguel Arbelaiz, militante de Herri Batasuna que murió en un atentado del Batallón Vasco Español; Amaia Guridi, viuda de Santiago Oleaga, a quien ETA asesinó hace 11 años; o Mikel Paredes, hermano de Jon Paredes Manot, Txiki, uno de los últimos fusilados por Franco.
La hermana de Joxean Lasa conversa con la viuda de Santiago Oleaga.
Una treintena de víctimas de ETA, los GAL, el BVE y de las FSE han tomado parte en los encuentros
En medio del ruido mediático por las citas con presos de la 'vía Nanclares', este grupo ha trabajado en sigilo