Beirut. Rebeldes opositores sirios mataron al menos a 80 soldados durante el fin de semana, en combates y ataques contra puestos de control de las fuerzas de seguridad, informó ayer el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos con sede en Londres. El portavoz del grupo opositor, Rami Abdul-Rahman, dijo a Dpa que fuentes médicas en la norteña provincia de Idlib y en la capital, Damasco, confirmaron los nombres de 80 soldados del gobierno muertos. Al menos seis puestos de control del Ejército quedaron destruidos en los pueblos de Ariha y Jabal al Zawiya, cerca de la frontera con Turquía.

La agencia de noticias estatal siria informó del entierro ayer de 30 miembros de las fuerzas de seguridad caídas a manos de los rebeldes. La emisora Al Ajbariya informó ayer de que un coche bomba explotó cerca del lugar donde se quedan los observadores de la ONU en la ciudad de Idlib, sin dar detalles. Unos 300 observadores de la ONU están sobre el terreno en Siria supervisando el alto el fuego mediado por el enviado de la ONU y la Liga Árabe, Kofi Annan, que entró en vigor el 12 de abril.

El presidente Bachar al Asad aseguró el domingo que seguirá "la batalla contra los terroristas" y que no habrá diálogo con los opositores. Por ello, la oposición está segura de que la violencia aún se prolongará en el país. Según se comentaba esta mañana en foros opositores, los rebeldes consideran que no hay mucha variación en el discurso del presidente respecto a ocasiones anteriores, en las que también culpó de lo ocurrido a "bandas terroristas". "El mensaje de Al Asad del domingo está claro, quiere continuar el asesinato para acabar con la gente que combate a su régimen", dijo Abu Alaa, un comandante de alto rango del Ejército Libre de Siria en la región de Al Kusair.

"Ojo por ojo y diente por diente" Abu Alaa considera que sólo provocará respuestas más duras por parte de la resistencia. "Para nosotros, el combate a este régimen brutal requiere una nueva estrategia que pasa por el ojo por ojo y diente por diente", señaló. "Cuando ataquen a la gente estaremos ahí para enfrentarlos con todos nuestros medios". La radicalización del discurso opositor quedó evidenciada ayer con la formación de un nuevo grupo con tinte islámico en Estambul. El Frente de las Brigadas Islámicas representa a unos 16.000 combatientes, dijo un portavoz en la capital turca. La fase en la que bastaba con proteger a los civiles ha acabado. "Ahora ha llegado el momento de liberar al país de este régimen tirano", añadió.

La lucha armada es la única vía tras el fracaso del plan de paz de Kofi Annan, dijo el portavoz en la rueda de prensa a la que asistió invitado Ahmed Ramadan, portavoz del opositor Consejo Nacional Sirio. Entretanto, Human Rights Watch (HRW) llamó ayer a boicotear a las empresas que venden armamento al gobierno sirio, en especial a la empresa estatal rusa Rosoboronexport. El domingo, el gobierno estadounidense intensificó sus esfuerzos para convencer a Rusia de que se una a la comunidad internacional para poner fin a la violencia en Siria, de cuyo régimen es aliado. También lo hicieron representantes de la Unión Europa en la cumbre bilateral en San Petersburgo, sin lograr avances.

Por otra parte, China se distanciaba ayer del presidente sirio. "No tenemos intención de proteger a nadie en Siria ni tampoco estamos contra nadie", dijo el embajador chino en la ONU, Li Baodong, ayer en Nueva York, al asumir la presidencia en junio del Consejo de Seguridad de la ONU. China exige a las dos partes que "pongan fin de inmediato a los asesinatos e implementen el proceso de paz". Además, dijo que su país condena la masacre de Houla, en la que perdieron la vida más de 100 civiles.