Vitoria. Por sorpresa, sin compartirlo siquiera con el PSOE con quien mantiene el pacto antiterrorista, el Gabinete Rajoy hizo ayer un movimiento en el tablero penitenciario con el que parece querer recuperar la iniciativa ante uno de los principales desafíos de la era post ETA: solucionar la cuestión de los presos.

Bajo el significativo nombre de Plan Integral de Reinserción, el Gabinete Rajoy ofrecerá a los reclusos condenados por terrorismo -sean de ETA o de cualquier otra afiliación- "de manera inmediata" una vía Nanclares ensanchada, más accesible por cuanto abre las puertas al fin de la dispersión para aquellos presos que rompan con la violencia sin exigirles pedir perdón. Aquí, en eludir la controvertida petición de perdón, radica la principal clave de esta propuesta con la que el PP trata de romper el enroque tras el que hasta ahora se había protegido dando un paso por la senda dibujada en la reciente declaración del Congreso sobre ETA, en la que se abogaba por "favorecer los esfuerzos hacia la convivencia" y avanzar en el "cumplimiento estricto de la ley".

Explorar los márgenes de la ley Ése es precisamente el campo de juego en el que se mueve este plan: el que marca la ley sin cambiar una sola coma, como se preocuparon de subrayar ayer sucesivamente los portavoces populares para tratar de sofocar el incendio desatado por este plan entre las víctimas. Sin embargo, el ministro del Interior, Jorge Fernández, desvelaba la verdadera novedad política de este programa: "la ley da un margen para aplicarla de distintas maneras", y el Gobierno apuesta ahora por aplicarla "de manera inteligente".

Así, se plantean dos vías de acceso para los presos según su pasado. Quienes cumplan condena por integración en banda armada deberán firmar un documento desvinculándose expresamente de la organización, mientras que a los demás -condenados por otros delitos como el de colaboración- les exigirá una renuncia a la violencia pero no la desvinculación, según informaba Europa Press citando fuentes de Interior

En todo caso, el plan sigue dejando la pelota sobre el tejado de los presos, que son quienes deberán dar el paso de acogerse a él cumpliendo además dos requisitos para hacerlo: que cada recluso, de forma individualizada -con lo que evita dar el carácter global a estos gestos que reclama el MLNV- diga "pública, solemne y formalmente que quiere dejar de pertenecer" a ETA, y "que se desvincule de su pasado", como explicaba ayer Fernández. Ésa sería la condición "necesaria", que "no suficiente", para activar el acercamiento, ya que una vez emprendido ese camino el recluso deberá demostrar la veracidad de su apuesta mientras participa en cursos de convivencia o destinados a "mejorar su capacitación socio-profesional" . De lo contrario, nada cambiará en su situación.

Además, el camino no acaba ahí, ya que este recorrido sólo abre la puerta al acercamiento a cárceles vascas. Si quieren disfrutar de los beneficios penitenciarios abiertos a los integrantes de la vía Nanclares -en cuyo extremo se sitúa la concesión del tercer grado previo a la libertad condicional- seguirán teniendo que cumplir con los requisitos vigentes: comprometerse a hacer frente a las indemnizaciones, a colaborar con la justicia,... y a pedir perdón.

Un movimiento, dos lecturas Los pasos se sucederán en los próximos días a medida que esta propuesta vaya recibiendo respuestas, la más esperada, la del Colectivo oficial de presos, el EPPK. Pero, por el momento, dos son las lecturas posibles que arroja este gesto: que el Gobierno abre la mano y demuestra que está dispuesto a coger las riendas de esta cuestión mostrándose capaz de flexibilizar su postura si los presos se muestran dispuestos a acompañarle, o que trata de sembrar la división tentando a un colectivo que se había vuelto a cohesionar por la esperanza creada tras el cese anunciado por ETA.

Así se desprende de los mensajes lanzados por el propio ministro del Interior, que se ha lamentado en más de una ocasión de que, desde entonces, las expectativas creadas entre los presos habían dejado la vía Nanclares "en suspenso", ya que en la práctica se habrían convencido de que en algún momento saldrían "sin pagar peaje". Por eso, su intención es ahora tentar un paso por su parte, el de la asunción de esta oferta, haciéndoles ver que "no es lo mismo romper y desvincularse" que no hacerlo. Y para lograrlo, fuentes de Interior explicaban que avanzarán "por fases"; comenzando por tomar el pulso a la respuesta que dan los presos que se habían distanciado del EPPK aunque sin decidirse a romper con su disciplina, lo que llevaría a que fueran luego agrupados según un mismo perfil para finalmente ser acercados a Euskadi. Un camino de "reinserción individual" más amable, un paso, pero que como subrayó el propio Rajoy, aún no es "un cambio" en su política penitenciaria.