Oficialmente la batalla por el Elíseo entre Sarkozy y Hollande es una "cuestión de política interna francesa", pero las instituciones europeas miran con recelo y temor al auge logrado por la extrema derecha y, sobre todo, a la posibilidad de que los mensajes populistas de la líder del Frente Nacional, Marine Le Pen, contagien a otros líderes políticos. "La Comisión Europea y el conjunto de comisarios hacen un llamamiento a todos los responsables europeos para que presten atención a la amenaza populista y la propagación de estas ideas porque son fundamentalmente contrarias a la construcción europea. Esto vale para ayer, para hoy, para todos los Estados miembros y también para nosotros como Comisión que también debemos estar atentos", advertía el portavoz comunitario Olivier Bailly.
Y es que son muchos quienes ven en el resultado del pasado domingo un castigo al actual inquilino del Elíseo, denostado por una parte del electorado conservador en favor de una candidata que creció a la sombra del fundador del Frente Nacional, su padre Jean-Marie, y que ha logrado convertir al ultraderechismo en la alternativa al partido de Sarkozy. Abogada de voz áspera, con mensajes contra los inmigrantes y la vuelta al franco, ha sabido engatusar a una parte del electorado y hacer temblar a muchos políticos en Bruselas al convertirse en la tercera fuerza de Francia con un 18% de los votos o 6,5 millones de apoyos. "Estoy nervioso por ese sentimiento que vemos contra las sociedades abiertas, contra una Europa abierta. Me preocupa y no solo en el caso de Francia", admitía desde Luxemburgo el ministro de exteriores sueco, Carl Bildt.
No fue el único canciller que reconoció en público su "preocupación" por los resultados de la primera vuelta de las elecciones francesas. También expresaron el mismo sentir su colega danés, el socialista Villy Sovnal, y el luxemburgués Jean Asseoborn para quien el desenlace del domingo tiene un responsable claro: Nicolás Sarkozy y su insistencia en incluir en la campaña electoral cuestiones como la reinstauración de los controles fronterizos.
La duda Hollande Más allá de las consecuencias en Francia, lo que importa ahora es hasta qué punto se radicaliza Sarkozy en aras de captar el voto de la ultraderecha y si los números en los que confía el socialista Hollande le bastarán para lograr un relevo que puede suponer un cambio de rumbo importante en la política de austeridad diseñada y desarrollada en los últimos años por el eje conservador franco alemán. Un giro sobre el que planea la incertidumbre ante la falta de compromisos del candidato socialista.
Aún así muchos son quienes estiman que el margen de maniobra de Hollande en materia de reformas económicas será igual de limitado que el que tendrá enfrente el todavía presidente. A juicio de la Comisión Europea el auge de los partidos euroescépticos en Europa no se debe a las políticas de austeridad impuestas desde que estallara la crisis, sino a otros factores. Es más, desde el Ejecutivo de Bruselas se insiste en que "los países donde hay más populismo no son los que más sufren la actual austeridad".