vitoria. El silencio de las armas no silencia a sus víctimas. Diez días después de que ETA declarara el cese de su actividad, los damnificados por la violencia terrorista lideran el listado de cuentas pendientes en el incipiente camino que discurre paralelo a la cercanía de las urnas. Ningún partido pierde de vista a las víctimas y el importante papel que desempeñarán en el novedoso estadio que afronta Euskadi desde el 20 de octubre.

El PNV exige que se tenga en cuenta a este colectivo, pero no sólo a los que han padecido la amenaza directa del tiro en la nuca o los que cada mañana han tenido que vigilar los bajos de su coche, sino también los que han sufrido la virulencia del mensaje terrorista en forma de extorsión para sacar adelante proyectos económicos que hoy más que nunca se echan de menos ante las demoledoras cifras de desempleo.

Estas dos realidades, el camino que abre el fin de ETA y las penurias económicas fruto de la severa crisis son los ejes fundamentales sobre los que se cimenta la realidad política actual. Así lo demostró ayer en Vitoria el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, quien trasladó este mensaje a la izquierda abertzale para que reconozca la existencia de las víctimas que están pagando las consecuencias destructivas de "la revolución socialista armada" que esta corriente ideológica ha avalado durante décadas.

El líder jeltzale quiso con este discurso apoyar a los candidatos que la formación nacionalista presentará a los próximos comicios estatales, con Emilio Olabarria y Claudio Rodríguez al frente de las listas al Congreso y al Senado, respectivamente. Ambos también estuvieron respaldados por la familia jeltzale que cierra filas en la antesala electoral ante la cita del 20 de noviembre.

Desde el recientemente reformado batzoki de Erdialdea, situado en la plaza Santa Bárbara, Urkullu invitó a mantener vivo el recuerdo de lo que hasta hace sólo diez días acontecía en Euskadi para evitar que se repita la "historia negra" del pueblo vasco, un color con el que también dibujó las lamentables expectativas que la situación económica ofrece al mercado e industria vascos. Bajo argumentos como el aumento del paro -Euskadi triplica la tasa de crecimiento del desempleo en España- o los recortes previstos por el Gobierno Vasco para los próximos presupuestos -una rebaja del 7% en las ayudas sociales como punta del iceberg-, el líder jeltzale lamenta que el Ejecutivo del López siga "desaparecido". "Quieren evitar tener que responder de la cruda realidad del día a día. Han vuelto a lo que saben, a la intoxicación comunicativa con la tergiversación interesada de una gestión errónea de los pasos a dar en el capítulo de la normalización en la convivencia política", expuso Urkullu.

"la nube negra" También en Vitoria, el lehendakari centró su discurso en la "dura" tarea de construir la "convivencia" en una Euskadi plural para que nadie se sienta amenazado por sus ideas políticas. Patxi López, quien continúa inmerso en los actos de celebración del Día de Euskadi, esta vez con diversas asociaciones regionales de otras comunidades autónomas presentes en Álava, valoró que pese al trabajo que queda pendiente "por fin se ha ido la nube negra" que suponía el terrorismo.

Más centrado en el ámbito económico, el presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti, argumentó con las alarmantes cifras de paro en las manos que "del comunicado de ETA ni se come, ni se crea trabajo", por lo que afirmó que hay que convertir el final de la organización terrorista "en creación de empleo".

Para el líder de los populares en el País Vasco, quien participó ayer en un acto de su partido en Barakaldo, "hay quien se está dejando llevar por su ansiedad política, por sus intereses partidarios y por sus propias urgencias electorales", y, según añadió, "no piensa en los vascos ni en lo que conviene a esta sociedad y mucho menos en lo que conviene a la economía y al empleo".

En este contexto, el dirigente conservador reclamó que "en un momento tan importante como el actual, la sensatez y el sentido del país sean lo principal" e instó a "apartar las ansiedades electorales o de poder" porque, según precisó, "ahora no tocan precipitaciones, ni protagonismos vacíos".