EL 21 de octubre Euskadi, Navarra, Hegoalde, Euskal Herria...el mundo amaneció sin ETA. Tenía razón Bernardo Atxaga cuando, en la injustamente denostada La pelota vasca de Julio Medem, decía que cuando llegara la paz se notaría "porque la gente en vez de andar un poco sobre el suelo andará como a veinte centímetros, un poco levitará, levemente, ¿no? Para no escandalizar, pero levitará del peso que nos quitaremos de encima". No hay más ciego que el que no quiere ver, y el que ayer abrió los ojos en tierras vascas tuvo que ver alegría, emoción. Seguramente mucha incredulidad tras más de 40 años de violencia. Porque el pasado nos ha hecho desconfiados. Pero hay esperanza en la sociedad vasca, ha sido ella la que ha dejado claro que es la política, la palabra en el sentido más bello del término, la que está llamada a solventar el futuro. Hubo pellizcos seguramente al despertar ayer para asegurarse de que sí, de que llegó. El fin. El principio del camino hacia la paz. Un camino que será complejo y que tendrá obstáculos. Pero ahora, deben dejarnos disfrutar. Dejarnos levitar un poco. Como decía Atxaga. Por una vez. Todos levitando juntos.