Argel, 22 ago (EFE).- El régimen de Muamar al Gadafi parece estar a punto de derrumbarse como un castillo de naipes tras la toma de Trípoli por parte de los rebeldes, quienes, tras seis meses de batalla, aseguran tener cercado el cuartel general del líder libio.

Los primeros grupos rebeldes lograron llegar a la periferia de la capital libia en la noche del sábado y rápidamente situaron sus posiciones en los principales barrios de la ciudad, sin apenas encontrar resistencia entre las fuerzas gadafistas.

A esta primera avanzadilla se unieron más tarde los combatientes antigadafistas del Frente Occidental y los comandos ubicados en el sur y en Misrata, quienes lograron entrar por mar a la capital libia.

Según informaron los propios insurgentes, en apenas 24 horas los rebeldes habían tomado el control sobre el 95 por ciento del bastión de Gadafi, incluida la emblemática Plaza Verde, en el corazón de la ciudad.

La cadena catarí Al Yazira mostró imágenes de ciudadanos en las calles de Bengasi, el bastión rebelde desde el inicio de la revuelta, y en algunos puntos de Trípoli y otras ciudades, gritando consignas en contra de Gadafi y con muestras de júbilo por la caída del líder libio.

Mientras, Gadafi lanzaba un llamamiento a sus seguidores desde la televisión oficial para que tomaran las armas y defendieran Trípoli de "los nuevos colonialistas", en alusión a los rebeldes y la OTAN.

En su tercera alocución en menos de 24 horas, Gadafi advirtió a sus compatriotas de que "si no se defienden, acabarán por convertirse en "esclavos de los colonialistas".

"No hay sitio para el colonialismo ni en Trípoli ni en toda Libia. Salid, conducid a los libios hacia la victoria. Que toda persona que tenga armas salga a la calle para proteger el país", exclamó, y calificó a los rebeldes de "grupitos de mercenarios, de traidores y de ratas".

Previamente, el portavoz del Gobierno libio, Musa Ibrahim, anunciaba que al menos 1.667 personas habían muerto desde el comienzo de la ofensiva de los rebeldes sobre Trípoli.

En una conferencia de prensa desde la capital libia difundida en directo por Al Yazira, Musa afirmó que la situación era "dramática" y que los hospitales estaban desbordados, antes de lanzar un último llamamiento al diálogo.

"La pacífica ciudad de Trípoli se ha transformado en un infierno por causa del apoyo de la OTAN a los grupos de terroristas. Los bombardeos de la alianza han permitido el avance de los rebeldes, y los decesos se han producido en esos ataques o en los combates", señaló.

Un miembro del opositor Consejo Nacional de Transición, Fathi Benjalifa, confirmaba a Efe que los rebeldes habían tomado prácticamente Trípoli, salvo el área de Bab al Aziziya, donde está ubicado el cuartel general del líder libio.

El activista, contactado por Efe a través de internet desde El Cairo, agregó que la captura de Gadafi solo dependía de que los rebeldes lograran entrar en el complejo presidencial.

Su captura se sumaría a la de tres de los hijos del líder libio, Seid al Islam, Saadi y Mohamed. Este último se entregó después de que los rebeldes rodeasen su casa, según Benjalifa.

Desde La Haya, la Corte Penal Internacional confirmó la detención de Al Islam, sobre el que pesa, junto a su padre y sus hermanos, una orden de arresto por presuntos delitos de lesa humanidad.

Por su parte, Abubakr Trabulsi, uno de los portavoces de la opositora Alianza del 17 de febrero, afirmó que los dos hijos de Gadafi habían sido apresados en una zona turística en el oeste de la capital.

En Bruselas, el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Ramsussen, aseguró que el régimen de Gadafi estaba "claramente desmoronándose", y sostuvo que el líder libio "no puede ganar la batalla" contra sus propios ciudadanos.

"Ahora es el momento de que cesen todas las amenazas contra los civiles, tal y como ha exigido el Consejo de Seguridad de la ONU. Ahora es el momento de crear una nueva Libia, un Estado basado en la libertad y no en el miedo; en la democracia y no en la dictadura; la voluntad de la mayoría y no el capricho de unos pocos", indicó.

Rasmussen instó a Libia a efectuar una transición pacífica y dijo que la OTAN seguirá vigilando los movimientos de las unidades militares y las instalaciones claves, tal y como ha hecho desde marzo pasado, y si ve una amenaza contra los libios, reaccionará acorde al mandato que le dio el Consejo de Seguridad de la ONU para proteger a los civiles. EFE