Madrid. El exportavoz de la ilegalizada Batasuna, Arnaldo Otegi volvió a sentarse ayer en el banquillo, esta vez junto al ex secretario general del sindicato LAB, Rafa Díez Usabiaga y otros seis miembros de la izquierda abertzale tradicional. A los ocho se les acusa de tratar de reeditar Batasuna a través de Bateragune. La sesión que arrancó a las diez de la mañana y hubo que esperar a la tarde para escuchar la declaración de Otegi, que accedió a responder también a las preguntas de la fiscalía además de a las de la defensa, algo que no es habitual en el exdirigente de la formación ilegalizada.

De hecho, sólo lo había hecho en otra ocasión. El fiscal, Vicente González Mota, interrogó a Otegi durante dos horas. Dos horas en las que Arnaldo Otegi desgranó todo un argumentario que continuamente versaba en una idea clave: la existencia de la apertura de un debate dentro de la izquierda abertzale que tiene como objetivo romper con la anterior estrategia política.

Así, la intervención del exportavoz de Batasuna ha sido una continuo desmarque de la las vías violentas, no exento de mensajes a la banda armada ETA, y que tienen un encaje más que oportuno en el momento político que atraviesa el País Vasco, con Bildu gobernando en numerosas instituciones tras el 22-M.

De este modo, Otegi, que fue constantemente muy tajante en sus respuestas, expuso en un momento de su declaración que la ruptura de una tregua de ETA supondría el "suicidio político" de la izquierda abertzale. Otegi narró explicó esta máxima exponiendo como al principio la izquierda abertzale, que apostaba en su reflexión interna por una "acumulación de fuerzas", no acogió con entusiasmo el hecho de crear un bloque con EA, entre otros motivos porque estaba en el Gobierno vasco con el PNV. "Pero EA rompe con el PNV y no acude a las elecciones con él, y la propuesta cobra solidez".

En ese contexto, Otegi afirmó que no podían permitir "que hubiera treguas parciales que reventaran el bloque", ya que eso supondría el "suicidio político" de la izquierda abertzale. "Pero además suponía quemar un instrumento que para nosotros era de carácter estratégico y que permitía avanzar con solidez en el proceso de creación nacional, como hemos visto después lo que ha sucedido con Bildu, con los magnificos resultados electorales que ha tenido", expuso.

"¿Alguien se imagina que nosotros construyéramos ese bloque en las elecciones autonómicas con EA y que ETA plantee una tregua durante la campaña electoral para que no haya interferencias? Supongamos que sucede y tenemos buenos resultados y al día siguiente ETA da por terminada su tregua y hace un atentado: Nosotros nos suicidamos, la gente se sentiría absolutamente frustrada", expuso. "Estaríamos ante un fraude. A nosotros se nos podrán achacar muchos defectos, pero teneos una virtud, que es la honestidad revolucionaria. Nosotros no le metemos a nuestro pueblo en semejante embarcada", añadió.

"Una corriente de opinión" La intervención de Arnaldo Otegi estuvo plagada de frases lapidarias que trataban constantemente de poner sobre la mesa que lo que en su día él apadrinó no era Bateragune, sino "un grupo, una corriente de opinión, un conjunto de militantes" que tenían dos objetivos: que se iniciara un debate en el seno de la izquierda abertzale y que se diera "un cambio radical, una enmienda a la totalidad" a la estrategia política anterior.

Así, Otegi arrancó su intervención alegando que ese su objetivo esa "cambiar de estrategia a una de corte solo pacífico y democrático". "Si eso es delito soy culpable, somos culpables", sentenció. "Defendíamos una estrategia exclusivamente política y democrática y no la político-militar", afirmó, desmarcándose así de ETA.

Así, el exdirigente de la izquierda abertzale tradicional explicó que este "punto de inflexión" en la estrategia surgió a partir del atentado de la T-4, momento en que miembros de este sector llegaron a la conclusión de que "la utilización de la violencia, lejos de solucionar los problemas, los enquista y los hace todavía más difíciles".

Esta declaración de Arnaldo Otegi llega en un escenario políticamente dulce para la corriente de la izquierda abertzale, que en este momento, con la coalición Bildu ha logrado asentarse con fuerza en las instituciones vascas. Además, ETA atraviesa un alto el fuego y se mantiene en un segundo plano.

El exdirigente Arnaldo Otegi fue claro al finalizar su intervención y lanzó un mensaje afirmando que la vuelta de ETA a la lucha armada pondría "en riesgo" el proyecto de independencia para Euskal Herria.

"Eso nos revienta el diseño de arriba abajo y revienta nuestra credibilidad durante varias generaciones", subrayó.

Así, defendió que la "estrategia política" puesta en marcha por la izquierda abertzale para lograr el proceso de "liberación nacional" no puede depender de la existencia de "parones en la lucha armada" por parte de ETA. "No nos lo vamos a jugar a que haya una bomba mañana o dos pasado", afirmó

Tras defender la puesta en marcha de "un instrumento legal" que pueda permitir la presencia de la izquierda abertzale "en las elecciones y en las instituciones", destacó la necesidad de ampliar la base social y popular del independentismo a otros sectores que no son sólo de la izquierda abertzale.

Niegan el tutelaje de ETA Durante la sesión de ayer, el primero en declarar fue el ex secretario general de LAB, Rafa Díez Usabiaga que se limitó a responder las preguntas de su abogado, Iñigo Iruin, y no quiso contestar a las de la fiscalía y la acusación. Usabiaga destacó que lo que pretendía aquel grupo de miembros de la izquierda abertzale tradicional era "abrir el melón" del debate sobre el fin de la violencia; un foro al que denominó "gran debate histórico" en el seno de esta corriente política. Asimismo, el exdirigente del sindicato abertzale LAB negó cualquier tipo de tutelaje por parte de ETA.

Ayer también declararon otros dirigentes como Sonia Jacinto, Amaia Esnal y Arkaitz Rodríguez, que al igual que Otegi y Usabiaga, negaron haber pertenecido a Bateragune.

Los acusados aseguraron que durante el debate interno de la izquierda abertzale tradicional se debatió el documento denominado Clarificando, y aunque les consta que varios sectores trataron de introducir en el debate la ponencia Mugarri, afirman que no permitieron que se introdujera ni se debatiera.