vitoria. El repaso a la infamia reabre heridas que nunca se cerraron. Y que no lo harán nunca de persistir el monolito que recuerda que hubo acontecimientos históricos que se zanjaron en clave de vencedores y de vencidos en circunstancias en las que la dignidad se apagó a base de fusiles y dictadura. Ahora, más de 70 años después del fin de la Guerra Civil, el Valle de los Caídos -monumento ideado por Franco para ensalzar a los que murieron por su causa- se mantiene inmune a la democracia y se erige como esfinge de una realidad que sepultó a este país y a la libertad durante décadas. En ese contexto, y visto que la fuerza reaccionaria de una parte importante de la sociedad española impide cambiar el sentido de la gran tumba que es el citado monumento, el actual Ejecutivo central ha decidido publicar los datos de los que se encuentran en el interior de la cripta desde aquellos tiempos oscuros. Y lo peor es que en el interior están los restos de muchos gudaris y soldados republicanos que no deberían haber estado nunca en el templo de los nacionales. En concreto, los últimos datos reconocen más de mil cadáveres de combatientes vascos de la Guerra Civil española.
Al parecer, ese millar de gudaris, militares regulares y milicianos de diferentes partidos y sindicatos fallecieron en la contienda fraticida española en Euskadi. Fueron enterrados en casi una treintena de fosas -19 en Bizkaia, ocho en Gipuzkoa y dos en Álava- aunque, con posterioridad, fueron exhumados entre 1941 y 1959 y trasladados al Valle de los Caídos. Curiosa paradoja para quienes lucharon contra el alzamiento.
Estos datos se encuentran en la página web sobre la Memoria Histórica que ha abierto el Gobierno central en Internet. Estas fosas son sólo una parte de los 92 enterramientos con restos de víctimas de la contienda civil ubicados y documentados en el País Vasco.
De todos los vascos allí enterrados, casi la mitad podrían proceder de Álava, donde perecieron, fundamentalmente, en la Batalla de Villarreal. Según los datos que obran en poder de este diario, serían 613 personas sepultadas en el infame valle. El mausoleo levantado a mayor gloria del caudillo franquista les encierra, aunque ellos no lucharon por los ideales que motivaron la construcción del recinto madrileño. Fueron fuentes del Patrimonio Nacional quienes avalarían dicha cifra.
Los traslados más numerosos se realizaron desde dos fosas comunes enclavadas en Vitoria, de donde se enviaron al mausoleo en Cuelgamuros de San Lorenzo del Escorial (Madrid) 467 y 146 cuerpos respectivamente. De ellos, 120 fueron enterrados sin haber sido identificados previamente.
La sociedad de ciencias Aranzadi ya había apuntado que 117 gudaris y milicianos yacían donde menos se hubieran esperado, junto a Franco y al también dictador Primo de Rivera. Según concluyen murieron en la Batalla de Villarreal (hoy Legutiano), refriega en la que participaron 35 batallones con 28.000 hombres del Ejército vasco en una operación militar gestionada por los rectores republicanos. Su objetivo era que los golpistas tuvieran que reforzar su presencia en el territorio histórico de Álava, para que así perdieran fuerza en Madrid. El 30 de noviembre de 1936, los combatientes republicanos abrieron fuego. El día de Nochebuena, terminó la batalla y llegó la hora de dar tierra a los casi 1.000 fallecidos. Nunca se alcanzaron los objetivos prefijados. Y el olvido empezó a hacer mella sobre aquellos acontecimientos. Al menos, así fue hasta 1958, fecha en la que concluyó la construcción del mausoleo franquista. Según los datos, una treintena de alaveses dieron su visto bueno para el traslado de los cuerpos de sus familiares caídos en la Guerra Civil al valle. También lo hicieron 213 vizacínos y 16 guipuzcoanos.
¿Reconciliación? El franquismo aprovechó para convencer al mundo de que aquel era un mausoleo a la reconciliación. Así que decidió llevar allí sin permiso a su enemigo. En 1959, el entonces ministro de Gobernación, Camilo Alonso Vega, mandó trasladar al monumento los restos de la guerra. Los gobernadores y la Guardia Civil le enviaron mapas con las coordenadas de las fosas comunes.
Sea como fuere, lo cierto es que del millar de vascos exhumados y trasladados a Madrid 314 de ellos permanecen sin identificar.