BILBAO. Bueno, pues ya están todos. El Tribunal Constitucional concluyó anoche que Bildu es legal y la coalición participará en las elecciones del domingo 22. Era democrático, justo, lógico, higiénico... Era. Todo eso es historia. Ya están. El negro presagio de la ilegalización se ha esfumado; no vale como reclamo. Así de efímero es todo. Ahora que están, lo que importa es lo que ellos y el resto de partidos propondrán a los vascos para solucionar la recua de problemas que les afectan, con el paro y la crisis como capitanes generales del desaliento. Por respeto al personal, ya no procede hablar de otra cosa. Tú ofreces soluciones; yo, mi voto.
Canta Sabina que la muerte es solo la suerte pero con una letra cambiada. Un juego de palabras. Bildurre (miedo) no es Bildu (unir), pero entre ambos también juegan las palabras. Y el destino de la campaña. Porque lo que va a ser podía haber sido otra cosa radicalmente distinta. No es lo mismo llamar que levantarse a abrir. No es lo mismo con Bildu que sin Bildu.
La entente que devolverá a la izquierda radical a la vida pública (y que de rondón prolongará la poquita cuerda que les quedaba a EA y a Alternatiba) fragmenta aún más el voto abertzale pero impedirá, seguramente, que la pinza PSE-PP altere de nuevo los deseos de los electores. Con Bildu, la suma no da. La coalición tiene futuro hasta el día 22. Más allá, ni ellos lo saben. En su manual de instrucciones (Herri Akordioa) figura que analizarán la posibilidad de que cada partido forme grupo municipal propio tras las elecciones. Si la fuerza se va por la boca, parece que con la acumulación de fuerzas sucede lo mismo. Si a eso se suma su referencia al programa electoral ("Tampoco se considera adecuado que haya una larga lista de propuestas concretas. Durante la legislatura habrá ocasión de proponer, acordar y trabajar las ideas que haya"), su oferta de soluciones parece más bien escasa. Mientras el Constitucional decidía su futuro, Pello Urizar se partía en Vaya Semanita. Poooor comentar.
Termómetro del cambio Habrá Bildu y ha habido bildurre. Bildurre, y del gordo, dicen que tienen los socialistas. De aquí y de allí, pero sobre todo de allí. Les sobran los motivos. Y las encuestas, por malas. Calculan los ilustrados que el descalabro español será trompazo en Euskadi. La apuesta de ZP por el proceso de paz en 2006 arrastró voto vasco. Entre su mala gestión de la crisis, el amago de ilegalización de Bildu y el pilotaje de López al timón del Gobierno vasco será cuestión de días calibrar qué ha sido del efecto Zapatero y del PSE en estos lares. Eso si el PP no corta por lo sano.
Con Bildu en juego, las municipales y forales pondrán el termómetro al Ejecutivo López. Y al cambio. Estará bien conocer qué opinan los ertzainas, los maestros, el personal de los comedores, el de Osakidetza o los 153.155 parados del oasis vasco. Parece que no tendrán mucho que celebrar. Una pena que Muela ya no tenga su empresa de eventos, porque les hubiera montado una chocolatada en Barakaldo, de esas de 11.999,99 euros sin concurso, que se hubieran chupado los dedos.
Tres discursos de Urkullu Quien respira como un niño con Vicks Vaporub es el PNV. Ya se le ha pasado el bildurre. Si Bildu no hubiera estado en las elecciones, las miradas de ese mundo -y lo que no son miradas-, sobre todo las de los demócratas de toda la vida, hubieran recaído en el partido vascongado, que dirían ellos. Y le hubieran acusado de no haber hecho nada, hubieran olvidado quién ha propiciado este tiempo precioso que socialistas y populares no acaban de aprovechar, hubieran diluido el órdago a mayor de Urkullu a Zapatero, y hubieran vuelto a darle a la manivela del organillo: que si lapurrak, que si españoles… Aquí, cuando se rompe o rompen un plato en ese mundo, la culpa siempre es del mismo. Es otro de los tópicos de la política vasca. Como el de Diputación queremos solución. Bildu estará y ya no hay bildurre por eso. Ni tampoco por el pacto PSE-PP, que sin el trío podría haber dejado a la formación abertzale sin varias alcaldías y diputaciones. Urkullu, un hombre previsor, tenía preparados tres discursos para la noche electoral. Bildurre el que recorre las sedes de los pequeños: los sondeos les auguran grandes disgustos.
Hoy comienzan quince días para que todos expliquen lo que harán -y han hecho- para crear empleo, para bajar los impuestos, para subir los sueldos, para facilitar el acceso a la vivienda, al crédito, y para sembrar una miaja de esperanza… El programa, programa, programa, que decía Anguita. Porque alguien, entre Bildu y el bildurre, tendrá un programa, ¿no?