Vitoria. La pertinaz lluvia que ayer se sumó al undécimo aniversario del asesinato de Fernando Buesa y Jorge Díez no fue capaz de apagar la llama de su memoria y decenas de vitorianos se acercaron hasta el campus donde ETA segó sus vidas para acompañar a la familia en un día tan desgraciadamente señalado.

Muchas han sido las tempestades que han azotado Euskadi desde aquel 22 de febrero del año 2000. Pero la cita de ayer coincidió con un momento en el que el horizonte político promete un cambio esperanzador que los asistentes a los actos en memoria de aquellas dos vidas arrebatadas por la fuerza de las armas, paraguas en mano, no quisieron dejar pasar inadvertido. "Hoy los claros están avanzando", afirmó el secretario general del PSE alavés, Txarli Prieto, ayer encargado de marcar la pauta de los discursos políticos que le seguirían.

Las palabras de Prieto venían precedidas de las que pronunció la madre del ertzaina que "murió por proteger a su pueblo"; una emocionada Begoña Elorza que coincidió en subrayar que "se viven tiempos de esperanza", antes de añadir eso sí que, por eso mismo, hay que extremar la cautela para que los pasos que ahora se den conduzcan a la construcción de un relato justo en el que se reconozca la historia vivida por las víctimas.

"no equivocarse" Y precisamente por esa senda, la que lleva a caminar combinando optimismo y cautela, transitaron los discursos de la familia socialista que en un contexto en el que, como remarcó Prieto, estamos "más cerca del fin" de ETA que nunca, volvieron sus ojos al legado que dejó Buesa para "hacer las cosas bien" y lograr que, en palabras del dirigente del PSE alavés, "esto sea irreversible".

El lehendakari, Patxi López, subió entonces a la tribuna improvisada junto al monolito que guarda la memoria de Buesa y Díez y todas las miradas se volvieron hacia él para saber si profundizaba o no en la senda que abrió Jesús Eguiguren -presente ayer en el acto- y que ahora parecen explorar algunos de sus compañeros. "La historia de Euskadi se construirá sobre la memoria de las víctimas y la verdad", dejó claro en un primer momento, para pasar después a la arena del presente y el futuro de su acción política. "Ante la esperanza de un nuevo tiempo que parece abrirse", López abogó una vez más por mantener "la firmeza sobre los principios" que, a su juicio, "han hecho posible esta nueva situación"; unos principios que ayudó a tejer en el pasado Buesa, que señaló como "la guía a seguir" en los pasos que están por darse en el futuro.

En este sentido, López se felicitó por la apuesta de la izquierda abertzale ilegalizada -"ojalá sean capaces de demostrar a todos que es verdad", dejó caer- y, desde la "humildad", anunció que espera "no equivocarse y hacer las cosas bien" para lograr la paz. "Fernando estaría satisfecho al ver que muchas de las cosas por las que luchó se van haciendo realidad", concluyó.

Ya por la tarde, el protagonismo se trasladó al Teatro Principal, que acogió el homenaje impulsado por la Fundación Fernando Buesa.

llamamiento al liderazgo Allí, su viuda, Natividad Rodríguez, también tomó el legado ideológico de su marido como base para analizar las claves del contexto actual. "Su pensamiento nos puede ayudar a seguir los caminos más adecuados", señaló, en un momento en el que coincidió en admitir que "muchos nos sentimos esperanzados". "Sin embargo -subrayó-, nos preocupa cómo se logre" el final de la violencia; que la proximidad de las elecciones entorpezca la construcción de una sociedad en paz y de una convivencia "sana". Y por eso, consciente de que "queda mucho camino por recorrer", lanzó un triple mensaje. Pidió a "los intolerantes" que den "más pasos para llegar a ese futuro compartido" en el que las víctimas se sientan resarcidas; a este colectivo, que no se quede "atrapado en el tiempo" sin mirar con esperanza al futuro; y a López y Zapatero les dejó también un mensaje claro flotando en el aire: "La paz, la convivencia, es tarea de todos, pero el liderazgo de quienes nos gobiernan es básico". Mientras, en la calle, la tormenta comenzaba a escampar.