vitoria. La mejora de la accesibilidad y las comunicaciones con los pueblos está contribuyendo a una desaglomeración de la población de la capital alavesa. Si en los años 60 y 70 existió una importante migración hacia Vitoria por parte de vecinos de las zonas rurales que abandonaban sus casas en busca de trabajo, desde hace 15 años la tendencia parece haberse invertido. Pese a que todavía sólo el 25% de los alaveses vive en la zona rural, cada vez son más los que fijan su lugar de residencia en otros puntos del territorio motivados por el precio de la vivienda o, simplemente, buscando un entorno más tranquilo.
Pese a los beneficios que algunos encuentran en establecerse en algún lugar en medio de la naturaleza, todavía la cuestión del empleo sigue siendo un problema. Quienes no se dedican a actividades relacionadas con el sector primario tienen verdaderas dificultades para trabajar, a no ser que decidan desplazarse a diario a la capital alavesa. "Es complicado, porque a los problemas que ya uno se encuentra en la ciudad se unen otros más propios del medio rural, como es la falta de acceso a los recursos y servicios", explica la directora de Desarrollo Rural de Itsasmendikoi -Centro Integral para la Formación, Inserción y Desarrollo Rural de Euskadi-, Virginia Andrés, .
Precisamente, este organismo lleva años trabajando con el compromiso de incorporar al mercado laboral a jóvenes que viven en los pueblos de Álava, y especialmente a posibles emprendedores que deseen poner en marcha su propio proyecto empresarial. A través de diferentes programas, ponen a su disposición no sólo ayudas económicas sino también personal que les asesora y orienta sobre los pasos que hay que dar para poner a rodar una empresa. "Ser emprendedor es complicado, y en la zona rural, con menos medios, aún más", añade Andrés.
Prueba de que algo se está moviendo en los pueblos es que sólo durante el año 2010, Itsasmendikoi ha recibido un total de 37 solicitudes por parte de alaveses que quieren, o bien crear su propia empresa, o ampliar el negocio que ya tienen. Todas ellas corresponden a actividades no vinculadas directamente con el sector primario. "Hay proyectos para abrir un agroturismo o una tienda de venta de productos, pero el resto no tiene nada que ver con este sector", explica Andrés.
Éste es el caso de Sonia Sanz, que hace ya unos años decidió dejar atrás Vitoria para iniciar una nueva vida en un pequeño pueblo como es Vicuña, en plena Llanada Alavesa. "Queríamos tener otro hijo, y tal y como está el tema de la vivienda en Vitoria, decidimos marcharnos. Además, yo necesitaba espacio para un taller", explica.
Allí, en Vicuña, ha puesto en marcha el proyecto en el que viene trabajando durante los últimos tres años: una línea de moda y complementos. En concreto, recoge ropa de segunda mano y después la pinta o la somete a distintas técnicas artesanales de impresión. "Nuestra idea es vivir de este taller, aunque todavía no nos lo podemos permitir", explica. De momento, los principales puntos de venta son las ferias de artesanía, pero estudia nuevos canales que le permitan poner en circulación sus productos.
Sonia también recurrió a Itsasmendikoi para que le ayudaran a hacer realidad su sueño. Así se enteró de la existencia del concurso de ideas Emprender en el medio rural, que prometía un premio de 7.500 euros al ganador para cubrir los gastos que se generan en el desarrollo del plan así como en la implantación del proyecto. El certamen, según explican desde el centro de formación y desarrollo rural, pretende "fomentar el espíritu emprendedor" motivando a los participantes a la generación de ideas que desarrollen servicios y productos viables desde el punto de vista técnico y económico para su implantación en el medio rural.
Finalmente el premio no fue a parar a Sonia, que aún así sigue volcada en llevar adelante su pequeña empresa, sino a otra alavesa, Iratxe del Barco, que presentó una propuesta para abrir un obrador de repostería y pan artesano en Gazeo, en el municipio de Iruraiz-Gauna. Su intención es vender los productos al consumidor final, sin intermediarios, en los distintos mercados agrícolas o de artesanía.
De hecho, desde que cumplió la mayoría de edad, esta joven de 27 años se ha pasado todos los fines de semana yendo de feria en feria para vender rosquillas, pasteles vascos y tartas de queso. "Nunca he hecho otra cosa, pero he de reconocer que me encanta la salsilla que hay en esos sitios", asegura. En la furgoneta le acompaña Héctor, su pareja, con quien comparte esta profesión. Acostumbrados a trabajar para otra empresa familiar como es el caserío de Mañeko, ahora están dispuestos a crear su propia firma de repostería en la casa que ambos van a construir en Gazeo, un proyecto para el que no les va a venir nada mal la ayuda que les ha proporcionado este concurso. "No esperábamos ganarlo la verdad y me puse a brincar en cuanto me lo comunicaron, más que nada porque nos van a asignar un tutor que nos ayudará a desarrollar el proyecto, y va a ser de gran utilidad", explica.
Para Iratxe, iniciativas como ésta de Itsasmendikoi posibilitan la inyección de savia nueva en el medio rural y poner un poco de freno a la migración de jóvenes a la ciudad. "Los pueblos necesitan motivación laboral, si no la gente sólo iría a ellos a dormir", añade. En este punto, coincide con Sonia: "El concurso quizá no logra que alguien vaya a vivir de Vitoria a un pueblo, pero impide al menos que la gente de la zona rural se marche".
Óscar Ruiz también decidió un día que su puesto de trabajo iba a estar en algún lugar lejos del bullicio de la urbe. Desde que iba al instituto le rondaba una idea por la cabeza, y considera que ha llegado el momento de llevarla a cabo o darle carpetazo para siempre. Su proyecto emprendedor pasa por abrir en Murgia un centro educativo-terapéutico, pero con un protagonista muy especial: el animal. Los últimos años de su vida los ha dedicado al adiestramiento de perros, caballos o halcones, y considera que los conocimientos adquiridos pueden ser muy útiles para el tratamiento de ciertos trastornos como el autismo o patologías como el Alzheimer o el síndrome de Down.
Al igual que Sonia e Iratxe, también presentó su solicitud para el concurso de ideas de Itsasmendikoi, un certamen al que califica de gran ayuda, especialmente para todo lo que tiene que ver con el papeleo de cara a abrir una empresa. "No era mi caso, porque yo lo tenía muy claro, pero para la gente indecisa que se plantee trabajar en el medio rural hay que poner algo suculento", añade Oscar.
Desde el centro de formación y empleo dependiente del Gobierno Vasco aseguran que en los últimos años se ha logrado estabilizar la población de la zona rural. Sin embargo, reconocen que no han logrado aún vencer "la brecha" del empleo. En cualquier caso, aseguran que entre los jóvenes cada vez hay más ideas y mejores, por lo que se muestran optimistas.