Vitoria. ¿Por qué la sociedad aún asocia violencia de género sólo a maltrato y no al acoso laboral y escolar?
Hablamos más de violencia física y asesinatos porque son la punta del iceberg, pero también es violencia toda aquélla que se ejerce en el ámbito laboral y escolar. La semana que viene vamos a publicar en nuestra web un protocolo de actuación en casos de mobbing, que hemos elaborado y que, curiosamente, han sido las mismas empresas las que nos lo han demandado para saber cómo actuar en estos casos.
¿Qué falta por hacer para acabar con el sexismo?
Los objetivos que se plantean a largo plazo son los más difíciles de conseguir, como la prevención en los niños, medios de comunicación, películas, videojuegos... Sólo hay que ver el sexismo de los catálogos de juguetes ahora que viene la Navidad. Los de corto plazo son los que intentan dar una respuesta inmediata. Aquí sí que hemos avanzado mucho en los últimos años, porque se ha conseguido ver el maltrato no sólo como violencia doméstica, sino como un tema social. Pero también ha llegado el momento de plantear unas mejoras, no porque se haya hecho mal, sino porque hemos estigmatizado su carácter de víctima al sacarlas de sus casas o poniéndolas medidas de seguridad. Igual habría que poner más el foco en el agresor.
¿Cómo con los servicios de atención psicológica para agresores?
Reconozco que soy bastante crítica con las medidas a los hombres agresores porque dan valores negativos. Se aplican a hombres encausados, con pena de cárcel, así que esos planteamientos de reinserción tienen resultados muy nulos. Habría que incidir en la formación para darnos cuenta de que se ejerce por su discurso de desigualdad. Emakunde, por ejemplo tiene Gizonduz, iniciativa impulsada para conseguir cómo definir la nueva masculinidad para que evite las relaciones de dominio y que los hombres sean conscientes de la corresponsabilidad.
¿Qué se puede hacer para que una mujer que lleva décadas de maltratos denuncie?
Hay que informar para abrir puertas. Sin la denuncia no se puede iniciar el proceso de protección, pero es muy difícil tomar la decisión por la dependencia emocial y económica. Muchas veces se culpan por algo que han dicho, que han hecho o que no han hecho. En los últimos tiempos, ha habido más denuncias por el reconocimiento del maltrato. Ahora, hay un descenso, que también se puede interpretar por la crisis, debido a la dependencia económica que tienen ciertas mujeres del único sueldo que trae el marido.
Tanto la Diputación de Álava como la Plataforma Feminista de Vitoria achacan que el machismo es el que fomenta la violencia de género...
Yo sí creo que el machismo es la percepción del hombre como ser superior a la mujer. Por eso tenemos que trabajar por la igualdad en niños, como con el programa que tenemos Nahiko que promueve los valores sociales en los tres territorios.
Hay un fenómeno preocupante que es el de los jóvenes, porque paralelamente a que hay una mayor implicación social, hay también un mayor número de hombres jóvenes que maltratan a sus mujeres, también jóvenes. ¿Qué falla?
Sigue fallando la sociedad en su conjunto, ya que los estereotipos o roles se reproducen. El 30% de las chicas aún cree que los celos son una manifestación del querer, lo que es una percepción errónea del sujeto como objeto. Y también hay un alto porcentaje de mujeres a las que le sigue gustando el tipo de chico malo. Por eso este 25-N pretende concienciar a la juventud para que reconozcan esas relaciones desiguales y las rechacen.
La Plataforma Feminista de Gasteiz denuncia la legislación actual que deja indefensas a las mujeres inmigrantes, a raíz de la puesta en libertad de los tres presuntos violadores de la prostituta de Vitoria...
Hay que poner el énfasis en informar. Su situación de irregularidad no tiene por qué ser un impedimento, porque en el caso de que prospere la denuncia no se las expulsa.
Desde Navarra también se demandan cambios en la Ley estatal que deja fuera de los casos de maltrato por violencia machista cuando no hay una relación afectiva entre víctima y agresor, como ocurrió en el caso Nagore Laffage...
Yo también estoy de acuerdo, al igual que todo el feminismo institucional y el de las mujeres que trabajan en los juzgados de familia, porque estamos a favor de abrir el abanico. En este caso, es algo que dificultó mucho el caso del asesino de Laffage.
Otra de las críticas es que la renta básica de las víctimas cuando hay hijos de por medio es insuficiente...
En el ámbito de las prestaciones, por ejemplo en viudedad, hay algunas que son injusticias graves, a la hora de aminorar el efecto perverso de la desigualdad.