SEÚL. El régimen comunista de Corea del Norte amenazó hoy con efectuar "poderosos ataques físicos" a Corea del Sur, que ha decidido intensificar su presencia militar en las islas de la conflictiva frontera del Mar Amarillo (Mar Occidental).

Dos días después del suceso que acabó con la vida de dos militares y dos civiles en la isla surcoreana de Yeonpyeong, Corea del Norte advirtió a su vecino del Sur de que respondería a "cualquier provocación" con una "segunda y tercera ronda de ataques", según la agencia oficial KCNA.

El régimen de Kim Jong-il culpó además a Estados Unidos, principal aliado de Seúl, de haber sembrado la disputa en las inestables aguas del Mar Amarillo por haber establecido de forma unilateral, al término de la guerra de Corea (1950-1953), una frontera demasiado cercana a las costas norcoreanas.

Las aguas de la costa occidental de la península coreana han sido escenario de numerosos incidentes entre los dos vecinos, aunque el del pasado martes es uno de los más graves en seis décadas.

Corea del Sur, que tiene tropas permanentes en sus cinco islas del Mar Amarillo, ordenó hoy fortalecer la defensa en la zona a fin de estar preparados para "otra provocación" norcoreana que "puede ocurrir en cualquier momento", según el presidente Lee Myung-bak.

Los soldados desplegados en las islas verán reforzado su arsenal militar y recibirán armamento de última generación, según informaron hoy fuentes oficiales tras una reunión del presidente con sus ministros y asesores de seguridad nacional y economía.

Además, el Gobierno de Seúl ha decidido modificar en esa zona las llamadas "reglas de combate", es decir, el nivel de su respuesta militar ante un posible ataque norcoreano, informó la agencia local Yonhap.

Hasta ahora, esas normas eran "bastante pasivas" para evitar una escalada de violencia, según el portavoz presidencial surcoreano, Hong Sang-pyo, pero una vez sean revisadas permitirán reaccionar con mayor contundencia ante ciertos ataques, como los dirigidos a civiles.

Las nuevas reglas serán consultadas con las fuerzas militares de Estados Unidos en Corea del Sur, cerca de 28.500 efectivos que permanecen en la península como legado del conflicto coreano de hace 60 años.

Corea del Sur ha apuntado que el ataque habría sido ordenado por el líder norcoreano para reforzar el poder de su hijo menor y probable sucesor, Kim Jong-un, en la cúpula militar.

Según medios conservadores surcoreanos, el dictador, de 68 años, habría visitado junto con el joven Kim, al que se le calculan 27 años, la base militar desde donde se efectuaron los disparos contra Yeonpyeong unos días antes del ataque.

Mientras, Corea del Sur prosigue con sus esfuerzos diplomáticos dirigidos a que la comunidad internacional presione a Pyongyang para que cese en sus provocaciones.

Con la condena de prácticamente toda la comunidad internacional al ataque del martes, Seúl se ha concentrado en recabar el respaldo de Moscú y Pekín, que considera "vital" para responder al ataque a la isla de Yeonpyeong.

El apoyo de Rusia, que también mantiene lazos con Pyongyang, y de la propia China es indispensable para una eventual condena en el Consejo de Seguridad de la ONU, en el que ambos tienen poder de veto, aunque Seúl aún no ha detallado si llevará el caso ante el organismo.

China, principal aliado político y económico del régimen norcoreano, ha expresado su preocupación por ese incidente y el deterioro de la situación en la zona, pero sin llegar a condenar abiertamente a Corea del Norte.

A Pekín también lo presionan EEUU y Japón, cuyos responsables de Exteriores, Hillary Clinton y Seiji Maehara, mantuvieron hoy una conversación telefónica en la que coincidieron en que la influencia china es fundamental para rebajar tensiones.