París. Miles de personas salieron ayer a las calles de numerosas ciudades francesas y de otros países de Europa para mostrar su indignación por las expulsiones de gitanos decretadas por el presidente Nicolas Sarkozy, a quien culpan de propagar la xenofobia con esas políticas.

París fue el epicentro de una jornada de movilización que se extendió por un centenar de ciudades francesas, a las que se sumaron concentraciones frente a embajadas y consulados de algunas capitales de la Unión Europea.

El llamamiento, emanado de un centenar de asociaciones y ONG humanitarias y al que se unieron partidos políticos de la izquierda gala y los principales sindicatos, contó con una respuesta importante.

En la capital francesa, numerosas personalidades del mundo del espectáulo, así como responsables políticos, desfilaron junto a los miles de personas que se concentraron en la plaza de la República, 50.000 según los organizadores, 12.000 según la policía. Tras una pancarta con el lema No a la política inhumana de Sarkozy figuraron el alcalde socialista de París, Bernard Delanoë, que representó a su partido junto a destacados dirigentes de formaciones de la extrema izquierda francesa, al igual que la líder de los Verdes, Cicile Duflot. El cortejo parisiense lo abría un grupo de gitanos cuyo poblado situado en los arrabales de la capital fue destruido por las autoridades el mes pasado. Sin embargo, pocos gitanos más entre los congregados, puesto que ellos se manifestarán en París el próximo día 15.

Numerosas pancartas y lemas acusaban de xenofobia a la política de Sarkozy, al que tachan de culpar a los gitanos de los males de la sociedad. El presidente intensificó la expulsión y el desmantelamiento de campamentos a raíz de los disturbios que se produjeron en la localidad de Saint Aignan (centro del país) en julio, después de que un gitano muriera tras una persecución policial. Desde entonces, el Gobierno francés ha repatriado a sus países de origen a un millar de gitanos y ha desmantelado un centenar de campamentos, una política que ha provocado una gran polémica en el país y fuera de sus fronteras.

Los manifestantes de ayer no dudaron en comparar al inquilino del Elíseo con el mariscal Petain, el hombre que dirigió el régimen colaboracionista de Vichy, que durante la ocupación alemana entregó a miles de judíos a los nazis para su deportación a los campos de concentración.

Para Sarkozy fueron la mayor parte de las críticas, convertido en el blanco de la ira de los manifestantes que le acusaron de querer dividir a la sociedad y de tomar prestadas las ideas de la extrema derecha.