LONDRES. La prensa británica, y no sólo los tabloides sensacionalistas, se ceba con el ministro de Asuntos Exteriores, William Hague, después de que éste se viera obligado a desmentir un "affaire" homosexual con uno de sus ayudantes e insinúa incluso la posibilidad de que tenga finalmente que dimitir.
El desencadenante fue la publicación de un rumor en internet y de una foto en la que el dirigente tory aparece con ropa deportiva, gafas de sol, gorra de visera y amplia sonrisa junto a un apuesto jovencito en vaqueros, igualmente sonriente.
Hague, una de las figuras más populares y también más ricas de los tories, se vio obligado a desmentir públicamente el "affaire", dando detalles íntimos sobre su matrimonio, después de que se supiese que durante la campaña había compartido un cuarto con su ayudante, supuestamente para ahorrar dinero a su partido.
Pero, según comentan todos los expertos en relaciones públicas, que tal vez lamentan esta vez no haber sido consultados, esa decisión fue totalmente errónea y se ha vuelto como un bumerán contra él.
Algunos políticos, entre ellos el conservador lord Tebbit acusan a Hague de "ingenuidad en el mejor de los casos y estupidez, en el peor" por compartir la habitación de hotel con Chris Myers, de 25 años, a quien luego contrató con dinero público.
"Estos días, hay que tener mucho cuidado. No estábamos tan mal de fondos en la campaña electoral como para que Hague tuviera que asumir tal riesgo" al compartir el cuarto de hotel y "cuando la persona en cuestión consigue luego un empleo, los rumores se disparan", dijo un diputado conservador al diario "The Independent".
En la rueda de prensa que celebró Hague el jueves junto a su colega alemán Guido Westerwelle, homosexual declarado con pareja estable, la primera pregunta de un periodista británico no fue sobre las relaciones bilaterales sino sobre el supuesto "affaire", lo que le obligó de nuevo a negarlo.
"Ayer hizo una declaración muy personal, lo que no fue fácil. No me voy a extender en ello. Mi esposa y yo estamos hartos de la circulación de acusaciones falsas, sobre todo en Internet, y en algún momento hay que hablar claro", dijo Hague antes de pedir a la prensa que le preguntaran por cosas serias.
El tema no se da ni mucho menos por zanjado, y hoy, consultados por varios diarios, entre ellos The Guardian, personajes de diversos sectores de la vida académica o pública se pronuncian sobre el caso y difieren en sus apreciaciones.
Así el filósofo Julian Baggini afirma que el hecho de ser gay o bisexual sólo debería importar hoy a la pareja afectada, pero, si las acusaciones demostrasen ser ciertas sí importarían, porque Hague ha defendido en el pasado como líder del partido la institución del matrimonio "como la mejor esperanza de una vida familiar estable".
La ex dirigente socialdemócrata Shirley Williams critica por el contrario a los "medios y en particular a internet, las redes sociales y los blogs", a los que acusa de "estar obsesionados por la vida privada de las figuras públicas, en especial los políticos" y dice que es sobre todo una "peste anglosajona" porque otros países europeos son "más equilibrados" en eso.
El historiador Anthony Seldon parece de acuerdo al afirmar que ese tipo de escándalos interesan a quienes quieren vender periódicos, pero no son de interés público.
Un periodista, Matt Wells, que se ocupa de los blogs en el Guardian y se declara gay, se pregunta por qué Hague tuvo que hablar de cosas íntimas como los abortos no provocados sufridos por su esposa en el deseo hasta ahora frustrado de la pareja de tener hijos.
Según Wells, por más que algunos comentaristas traten de convencer de que el revuelo creado no tiene que ver con una hipotética relación homosexual, sino con el dinero público y la hipocresía, la realidad es que se debe "a la simultánea fascinación y repulsión" que tiene todavía el sexo gay para la prensa británica.