Hace ya muchos siglos que dejó de emplearse en los calabozos. Sin embargo, la estrategia que el PP vasco ha elegido seguir este verano para maniatar a su socio preferente -que será pronto también su más directo rival en las próximas elecciones municipales y forales- descubre un goteo constante de mensajes críticos con su gestión que buscan ir erosionando su crédito a medida que cuestionan sus decisiones tratando de angostar su margen de maniobra en el gobierno de Euskadi. Como anunció el secretario general de los populares vascos, el vaso de su paciencia está colmado. Y las gotas que desbordan caen ya sobre la cabeza del lehendakari.

Muchos han sido los temas que el PP vasco ha utilizado para este particular tormento político: desde el entendimiento entre socialistas y jeltzales en el Congreso de los Diputados hasta la gestión de la crisis económica o la crisis alavesa, pasando claro está por la política antiterrorista.

De hecho, éste fue el primer argumento que abrió el grifo de la estrategia popular cuando el presidente de los socialistas vascos, Jesús Eguiguren, tuvo el arrojo de plantear que la apuesta de la izquierda abertzale ilegalizada por el uso de vías exclusivamente civiles y democráticas era fiable, y que el Gobierno Vasco no debería quedarse al margen de los movimientos que se pudieran producir en la búsqueda del final de ETA.

entre la tormenta y la calma "El pacto con el PSE está blindado, siempre y cuando se cumpla lo que acordamos", ha reiterado Antonio Basagoiti durante esta legislatura. Pero tras entender que la postura de Eguiguren podía perturbar las aguas del pacto por el cambio, activó el goteo. "Es un planteamiento profundamente equivocado" que podría tener "consecuencias negativas", advirtió ya entonces.

En un intento por sujetar la polémica, el portavoz del PSE, José Antonio Pastor, la redujo a la categoría de "tormenta en un vaso de agua", aunque tormenta al fin y al cabo.

Sin embargo, las paredes de ese vaso se verían luego forzadas por la caída del progresivo goteo de acercamientos de presos a las cárceles de Zuera primero y Nanclares después.

"que no toquen las narices" Con la vía Eguiguren cerrada hasta mejor momento, la negociación entre el PSOE y el PNV en el Congreso ha sido la mayor fuente de críticas para un PP vasco que no puede quedarse al margen del acoso a Zapatero que lideran sus compañeros desda Génova. Tras la reunión que celebraron PP y PSE a mediados de julio para analizar el cumplimiento de su pacto, los populares no dudaron en mostrarse "preocupados" ante un posible entendimiento en el Congreso entre socialistas y jeltzales que pudiera dañar la entente vasca. Según dijo el portavoz del PP vasco, Leopoldo Barreda, no sería descartable" que un acuerdo del Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero con el PNV "pudiera afectar" al pacto.

Dos días después, Alfonso Alonso era más claro al decir que si Zapatero "se pliega" a las reivindicaciones del PNV, el pacto estará "muerto". Otros dos días más tarde, el jefe de filas de los populares vascos remataba la faena advirtiendo a los socialistas de que "no toquen las narices" aceptando reivindicaciones del PNV como la del respeto a las listas más votadas, a lo que añadía -descubriendo la estrategia electoral que reside en el fondo de este goteo- que si los socialistas "hacen cosas raras nosotros seremos la única alternativa" en Euskadi. No habría que esperar ni 48 horas más para escuchar de nuevo a Alonso decir que el pacto "podría verse amenazado" por un Zapatero capaz de todo "por mantener su sillón". "La clave está en hasta qué punto va a ser capaz de bajar los pantalones de Patxi López", añadía embarrando el crédito del lehendakari y reiterando una vez más que el PP está tranquilo porque las encuestas les "van bien" y porque además, si López queda desacreditado, su partido quedará "aún con más espacio político en Euskadi".

la economía, álava... En materia económica el PP se ha insinuado más cercano a los postulados que ha propuesto el PNV desde la oposición que a los que ha defendido su socio en el gobierno, que, en el mejor de los casos, han definido como "menos insensatos" que los del PSOE.

Si a esto se suma la carga continua en Álava, se obtiene la foto fija de un goteo crítico convertido en estrategia de desgaste que, aprovechando ser su apoyo en el Gobierno, maniata su gestión. De hecho, este agosto, Basagoiti advertía de nuevo de que un acuerdo en Madrid, o la no cesión de la Diputación de Álava serían aspectos que harían "saltar por los aires el espíritu del cambio".

Con la estrategia fijada, sólo falta por ver si, como sucedía con las víctimas de la gota malaya, acaba volviéndole loco u obligándole a liberarse a toda costa de la presa que le ata de pies y manos.