vitoria. El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ha comprobado en los últimos tiempos dos cosas: primero, que los seis votos del PNV en el Congreso le pueden salvar la vida; segundo, que el PNV los va a cobrar muy caros. Y ayer el presidente del Euzkadi Buru Batzar, Iñigo Urkullu, puso precio sin trampa ni cartón al que será el próximo ser o no ser del presidente en las Cortes, los Presupuestos Generales del Estado: "Un acuerdo satisfactorio en torno al autogobierno vasco".
El PNV dejó solo al Ejecutivo en la votación del ajuste del déficit, que Rodríguez Zapatero salvó en el último suspiro con la abstención de CiU. Pero, como asumen desde las filas del socialismo vasco, contar con que CiU se avenga a facilitar las cosas al Gobierno a la vuelta de verano, ya en plena precampaña de las autonómicas catalanas -previstas para principios de noviembre-, parece complicado. En ese punto, con la obligación de sacar adelante las Cuentas de 2011 -lo contrario pondría a Zapatero al borde del abismo-, las miradas se dirigen a la otra bancada que puede salvar los muebles del Ejecutivo: la del PNV.
Los jeltzales dieron un toque de aviso en el Pleno del famoso tijeretazo, dejando en la votación del pasado martes de la reforma laboral la puerta abierta a la negociación. En paralelo, PNV y PP están en un proceso de normalización de relaciones que ya se ha hecho público -con la reunión en la sede de los populares vascos entre Urkullu y Antonio Basagoiti- y que tendrá su momento culminante con el previsto encuentro -aún sin fecha- entre el líder del PNV y Mariano Rajoy. Un proceso que, más allá de otras consideraciones, es interpretado por los socialistas también en clave de encarecimiento de los eventuales apoyos jeltzales a Rodríguez Zapatero.
Y en este contexto compareció Iñigo Urkullu ayer en Sabin Etxea para dar a conocer las directrices sobre política económica de su partido de cara al próximo semestre.
mensaje a patxi lópez El documento se divide en seis puntos que miran hacia Madrid, pero también hacia el Gobierno de Patxi López, al que los jeltzales aclaran dos cosas. Primero, que en el Pleno de hoy en el Parlamento Vasco en el que se aprobarán los recortes de sueldos de funcionarios el PNV se abstendrá. Segundo, que su partido -es decir, las diputaciones- no tienen intención de acometer una reforma fiscal "a corto plazo". Una decisión esta última que deja en una situación un tanto desairada al diputado general alavés, Xabier Agirre, que se pronunció públicamente en un Pleno de Juntas respecto a la necesidad de acometer diversas modificaciones en este ámbito, entre otras la subida de la presión fiscal sobre las rentas altas.
El Gobierno Vasco trasladó una propuesta en este sentido la semana pasada a las diputaciones en el marco del Órgano de Coordinación Tributaria, con el objetivo de elevar el potencial recaudatorio, pero no parece que los ejecutivos forales vayan a ser muy receptivos.
Pero el núcleo duro de esas directrices económicas mira a Madrid. Más concretamente, a la negociación presupuestaria que se iniciará en el Congreso a la vuelta del verano. Urkullu fue meridiano ayer: "Este año tenemos, si el PSOE y el Gobierno lo quieren, la oportunidad de alcanzar un acuerdo satisfactorio en torno al autogobierno vasco". El burukide no concretó qué significa exactamente ese "acuerdo satisfactorio", pero sí buscó dos referencias para enmarcarlo. En primer lugar, la advertencia más que alusión de que "todos somos conscientes de que la aprobación de los Presupuestos de este año tiene una significación especial y éste será el tratamiento que también nosotros le vamos a otorgar". En segundo lugar, el recuerdo de la negociación del año pasado: "Si alcanzamos un acuerdo en torno al Concierto Económico -que supuso su blindaje-, podemos ahora trasladarlo también al contexto político global de compromiso con el autogobierno".
"concierto político" No es la primera vez que Urkullu toma la referencia del Concierto para el ámbito del autogobierno. De hecho, esa misma formulación ya la planteó el presidente del EBB en plena campaña electoral de las últimas generales bajo el concepto de "concierto político", con las premisas de la bilateralidad y la no imposición política entre Euskadi y el Estado; una propuesta que, explicó posteriormente, pretende ser "un sistema de garantía recíproca que permita a Euskadi avanzar y a sus ciudadanos decidir en libertad su futuro".
Habrá que esperar a que Urkullu plantee directamente a Rodríguez Zapatero sus propuestas en este ámbito, así lo avanzó ayer, para conocer cómo se concreta ese "acuerdo satisfactorio". Hasta entonces, uno de los principales temores del PSE es que vuelvan a cruzarse en la negociación presupuestaria las políticas activas de empleo, en cuya transferencia trabajan a contrarreloj, y aún sin acuerdo, ambos gobiernos.