SAMRONG LOEU. "S'aoch" es un vocablo jemer que se traduce como "piel que pica" o "piel que escuece", un significado que delata la marginalidad de este colectivo en Camboya.
"No utilizamos nuestro idioma porque nosotros, los s'aoch, somos 'taowk'(palabra jemer que significa 'sin valor')", explica Thy.
Los último miembros de esta comunidad, unas 110 personas, viven perseguidos por la pobreza y el desprecio de la población jemer en la aldea de Samrong Loeu, en la sureña provincia de Preah Sihanouk.
"Los jóvenes desean motocicletas, teléfonos móviles, vestir de manera moderna. Ya no quieren ser s'aoch, sino como los demás jóvenes jemer", señala a Efe el lingüista Jean-Michel Filippi.
Filippi ha transcrito en los últimos nueve años unas 4.000 palabras de un lenguaje que pronto entrará a formar parte de las lenguas muertas, porque la mayoría de los s'aoch emplean el jemer para comunicarse entre ellos.
"Cuando hablan los mayores les entiendo, pero no sé hablar como ellos", contesta una joven del poblado Samrong Loeu.
Aún hay gente en la aldea que habla s'aoch, pero solamente entre siete y diez personas tienen un conocimiento profundo del lenguaje, apunta Filippi.
"Han dejado de interesarles su lengua, sus tradiciones, para ellos han dejado de tener valor. Llegados a este punto, la transmisión de la lengua entre generaciones se interrumpe y se queda sin futuro", detalla el lingüista.
"En la escuela se enseña jemer. Nuestros vecinos son jemer. Entre nosotros ya hemos dejado de hablar s'aoch", reconoce Hau, uno de los ancianos de la comunidad.
"Cuando vamos al mercado, a buscar trabajo, todo el mundo es jemer. Ya no hablamos s'aoch porque no nos sirve", añade Chhaet, uno de los más veteranos de la comunidad.
Esta encrucijada de los s'aoch, como tantas otras cosas en Camboya, tiene su origen en el tiempo que el Jemer Rojo gobernó los designios del país.
La minoría contaba, a pesar de no ser más de 400 miembros, con un modelo de vida consolidado y autónomo basado en la pesca y el cultivo de arroz cuando Pol Pot entró victorioso en Phnom Penh con los planos de su particular revolución socialista.
El rey Sisowath les había concedido tierras a principios del siglo XX en la costa de Kampot, donde se encontraba su aldea histórica, Lon Le, incluso llegó a dispensarles una recepción en el Palacio Real de Phnom Penh.
"Cuando cayó el régimen no pudieron volver a su aldea. Se instalaron en Samrong Loeu, sin ser propietarios de la tierra y en un entorno, de mayoría jemer, socioeconómico desfavorable", relata Filippi.
El Jemer Rojo les prohibió hablar su lengua y practicar sus costumbres animistas, y fueron dispersados en campos de trabajo por todo el país.
La perdida de la tierra ancestral inició el declive cultural, porque se quedaron sin el punto de referencia de sus creencias animistas y el modelo de vida autosuficiente.
El s'aoch encabeza la lista de 19 lenguas que se hablan en Camboya y que, según la UNESCO, corren el riesgo de desaparecer este siglo.
Pero no todos se toman el futuro de su idioma con el mismo fatalismo y los suy, en la provincia central de Kompong Speu, a pesar de contar con un número de hablantes parecido a los s'aoch, muestran mayor ambición e interés de supervivencia.
"Los suy quieren preservar la lengua porque les interesa que sus hijos sean capaces de mantener las tradiciones, la religión y los rituales, y para que eso ocurra precisan saber pronunciar correctamente las cosas", explica Filippi.