vitoria. La alerta roja llegó al País Vasco con puntualidad. E hizo gala de su nombre, sobre todo en las zonas más expuestas al viento: los pueblos, los bosques y los aeropuertos. El monte Oiz, por ejemplo, llegó a sufrir a lo largo del día azotes de hasta 175 kilómetros a la hora, y Orduña padecío rachas de hasta 228 entrada la noche. Por suerte, y a diferencia de lo sucedido en otros rincones del Estado, al cierre de esta edición Euskadi superó la primera batalla sin heridos ni personas fallecidas. Eso sí, las medidas preventivas tomadas por las instituciones políticas y los ciudadanos no impidieron que se registraran unos cuantos incidentes.
Uno de los sustos gordos de la jornada tuvo lugar en la localidad guipuzcoana de Albatzisketa. Lo protagonizó una grúa mal amarrada que, azuzada por las fuertes rachas de viento, se derrumbó sobre una casa de tres alturas y un frontón. El episodio encogió a más de un vecino, pero afortunadamente se quedó sólo en una angustiosa experiencia.
A media tarde, la alarma vasca saltó hasta Artxanda. El temporal provocó un incendio en el monte que mira a Bilbao y, pese a la intervención de los Bomberos, ayer por la noche aún mantenía en vilo a la ciudad. Por suerte, no hubo más fuegos en Euskadi causados por el ciclón, pero sí caídas de elementos. Beasain se llevó una buena ración de temporal, con la caída de un cable de alta tensión y el desalojo preventivo de varios caseríos. Y en Areatza, en la carretera N-240, se desplomaron tres árboles.
El transporte se vio afectado por el temporal a lo largo del día. La Mesa de Crisis, formada por responsables de las instituciones vascas y de los servicios de emergencias, decidió por la tarde suspender todos los viajes de Renfe y los servicios de autobús y tranvía. El peligro, no obstante, estuvo en el aire, ya que la ciclogénesis se cebó con los vuelos comerciales. A primera hora de la tarde, un avión que debía aterrizar en Loiu fue desviado hasta Foronda, y otra aeronave que llegaba a Hondarribia desde Madrid acabó en Pamplona. Además, fueron cancelados dos vuelos de Iberia de ida y vuelta de la capital española al aeropuerto vizcaíno y uno de la compañía Air France que debía llegar a Bilbao desde París.
El mar dejó estampas fascinantes, aunque fueron muy pocos los testigos. La Mesa de Crisis aconsejó a los ciudadanos que regresaran a sus casas hasta que amainara el temporal. Y, pese a que en las ciudades no se llegó a palpar hasta la noche toda la virulencia de la ciclogénesis, las calles estuvieron más desiertas que otros sábados por la tarde. Hosteleros y comerciantes constataron la actitud preventiva de los vascos. Hoy, más de lo mismo.