vitoria. Ayer se cumplieron tres años desde el atentado con el que ETA sepultó en la T-4 de Barajas las vidas de Diego Armando Estacio y Carlos Alonso Palate y el proceso de paz que se intentó cocinar en Loiola. 24 horas antes, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, había protagonizado una rueda de prensa de balance de año en la que, pese a los conocidos problemas por los que atravesaba el proceso, aseguró con sorprendente claridad que "en un año" estaríamos mejor. La política suele hacer buena la teoría del eterno retorno, al menos en apariencia. Tres años después, el pasado lunes, el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba -el mismo que llegó a la cartera al compás de aquel alto el fuego permanente-, provocó una auténtica conmoción advirtiendo de que ETA prepara una "acción espectacular" en el marco de la presidencia española de la UE, que podría concretarse en el secuestro en "sectores significativos desde el punto de vista social". Ayer, Rodríguez Zapatero volvió a la misma sala de prensa de La Moncloa para hacer el balance del año y salió en defensa de la decisión de su ministro de hacer pública la alerta, pero añadiendo además un punto más de confusión al asegurar que el aviso es una "evaluación" compartida por la dirección de la acción antiterrorista y que "responde a una estrategia" en la lucha contra ETA.
A la avalancha de críticas políticas y sindicales, especialmente a la manera en la que el ministro hizo pública la alerta -sin comunicación previa a las Fuerzas de Seguridad, según denunciaron el martes las centrales policiales-, Interior respondió con contactos personales con los representantes de los cuerpos de seguridad, al tiempo que en la tarde del martes se filtró el contenido de un informe policial en el que se sostiene que la cúpula de ETA ha decidido la comisión de dos atentados importantes de manera inminente; que uno de ellos podría ejecutarse mediante coche bomba contra un Ministerio o un cuartel de la Guardia Civil, y que el otro se trataría del mencionado secuestro.
el contexto Todo este revuelo llega después de que hayan pasado seis meses desde que ETA atentara por última vez -asesinando a dos guardias civiles en Mallorca-, lo que unido al debate interno que atraviesa el MLNV ha alimentado un escenario de especulaciones. Y ahí entró ayer Rodríguez Zapatero, para ahondar un poco más en la sensación de desconcierto ante un anuncio cuando menos poco habitual cuya intencionalidad fue interpretada desde el primer momento por buena parte del arco parlamentario.
El hecho de que ahora Zapatero lo enmarque dentro de "una estrategia antiterrorista" de la que, por cautela, no ofrece más detalles, alimenta conscientemente o no la idea de que tras la alerta hecha por Rubalcaba subyace algo más que la propia advertencia de un riesgo creciente e inminente.
Ayer, el jefe del Ejecutivo entró también a valorar la situación interna por la que atravesaría la organización terrorista, como consecuencia precisamente del fallido proceso de diálogo roto hace tres años, para sostener que, pese a haberse frustrado, tuvo "un efecto de debilitamiento del que bloque que ha apoyado la violencia fanática y terrorista". "¿Qué hacemos y qué podemos hacer para debilitar aún más ese bloque? Algo evidente: que pierdan toda esperanza -añadió-, porque sólo tienen un fin, una salida, que es entregar las armas".
Al respecto, Zapatero también hizo un pequeño balance de la acción policial en 2009 contra ETA, que "sufre un permanente acoso, un proceso de debilitamiento gracias a la tarea de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y al acierto de la dirección de la política antiterrorista". "Este año se han producido 124 detenciones de miembros de la banda a lo que hay que añadir 20 miembros de la kale borroka", dijo.