vitoria. Llegan los últimos días de 2009 y es hora de echar la vista atrás. Ya se sabe, los clásicos anuarios que llenan páginas de periódicos y minutos de televisión y radio. Serán informaciones que tengan una palabra como principal protagonista. La tan famosa crisis que está en boca de todos y que unos han conocido más de cerca que otros.
Un término que irá acompañado de muchas cifras, pronósticos e historias que, aun así, no podrán reflejar la realidad que ha supuesto para miles de alaveses. Unos que no realizarán opíparas cenas en Navidad y por cuyas casas Olentzero y los Reyes Magos quizás se olviden de pasar.
Pero todavía más allá de este grupo habrá uno que ni siquiera pensará en esto. Son esos invisibles que cada vez tienen una figura menos difusa ante los ojos del resto de los ciudadanos. Porque ya se les ve en mayor número en la calle y porque ya no son sólo seres anónimos, sino el vecino de al lado, al que se ha conocido toda la vida.
2009 se cierra en apenas unos días y lo hace con el broche de amargura de una tasa de pobreza triplicada en el territorio que ha saturado los servicios sociales tanto institucionales como privados. Empezando por los centros de acogida para transeúntes, sin techo y personas en riesgo de exclusión social.
En la capital alavesa existen varios espacios de este tipo, entre otros, los tres municipales para personas sin hogar -Centro Municipal de Acogida, Aterpe y Casa Abierta- que atienden de forma continua a un centenar de personas, así como dos forales -Zabaltzen y Sansoheta- para menores extranjeros no acompañados o con otro tipo de problemas.
ni con más recursos Además, fruto de la colaboración interinstitucional con la Comisión Antisida también están en funcionamiento el centro de día Estrada, para personas con problemas psicosociales y Besarkada Etxea, casa dirigida a personas infectadas por VIH en un estadio avanzado de la infección y sin recursos. Por otro lado, la capital dispone también del Hogar Betoño, gestionado por la asociación Bizitza Berria. No son los únicos espacios. La ciudad cuenta con otros recursos de atención a necesitados como pisos de emergencia, tutelados y de apoyo a jóvenes. Las instituciones han multiplicado los recursos y el personal dedicado a estos colectivos y han asegurado que el gasto social será el menos perjudicado de cara a los Presupuestos de 2010.
Aun así, el reloj de la crisis marca su ritmo y este ejercicio se cerrará con los servicios sociales saturados. Más aún en esta época en la que, además, la climatología se une a todos los factores habituales. Las heladas, la nieve y la lluvia no son buenos amigos de quien duerme a la intemperie y, por ello, estos lugares gozan de mayor demanda en estas fechas.
Así las cosas, si bien en 2008 el Aterpe atendió a 848 personas con un total de 9.459 usos y una media de 26 usuarios para un centro de 34 plazas, este ejercicio la cuota de ocupación probablemente superará ese 81%. Lo que no cambia demasiado es el perfil. Y es que según anunciaba Cáritas la pobreza se ceba aún más en extranjeros -además de en las mujeres-, los que el año pasado supusieron un 46% de los usuarios de este centro de noche.
Algo similar a lo que sucederá en Casa Abierta donde en 2008 fueron 416 personas -242 transeúntes, 108 en dispositivo de alojamiento invernal, 6 en fase de inserción laboral y 60 en seguimiento o en plan de trabajo individualizado- las que se beneficiaron de este recurso, cifras que aumentarán si se tiene en cuenta que las cifras de ocupación de las últimas fechas superaban el 90 y 95%.
Lo mismo sucede en los servicios forales que han tenido que lidiar, en estos meses finales del año especialmente, con un exponencial aumento de llegadas de menores extranjeros no acompañados que han superado las 130 plazas existentes para ellos.
Pero no ha sido sólo una cuestión pública. Los organismos privados también se han visto sobrepasados durante el año y en estas fechas más que nunca. El Hogar Betoño, que gestiona la asociación Bizitza Berria, cuenta con 21 plazas para indigentes que se encuentran ocupadas de manera casi permanente. Además, las últimas cuentas forales y municipales le han dejado sin apoyo institucional para el año que viene lo que complicará aún más su capacidad de ofrecer el recurso.
Por último, uno de los servicios sociales referencia en la capital alavesa, el comedor de Desamparados, tampoco da abasto. De hecho, hace mucho tiempo que hace malabares para mantenerse a flote. Y es que la mala coyuntura económica ha llevado a que su presupuesto anual se agotara para verano debido a un aumento del uso del servicio del 50% en el primer semestre. Así las cosas, el Consistorio se ha visto obligado a duplicar los 400.000 euros reservados para el comedor social. Lo mismo sucede con otras iniciativas populares como la que impulsa la parroquia de Santa María junto a las Hijas de la Caridad que dan de comer y merendar a muchos necesitados que ya abarrotan sus locales.