EL público suele enterarse de las movidas en forma de estrella por la prensa y, además, siempre por la generalista y no por la especializada.
Lo que sí es verdad es que la de Michelin es la única guía que es noticia año tras año, ésa es su grandeza.
Y cuando sale al mercado suscita la polémica sobre las ansiadas estrellas.
Subir en categoría es el sueño de todo cocinero; perder una estrella, una calamidad. Sus beneficiarios apoyan su fiabilidad, pero anualmente a su salida ésta se pone en entredicho.
Y todo ello pese a que la difusión de esta pequeña biblia roja es una anécdota al lado de otras existentes como Campsa y Gurmetur o la propia Guía Gault Millau, en Francia.
Si hay una cosa clara es que nadie parece discutir las tres estrellas, pero con los restaurantes de dos la cosa cambia.
Y no digamos con los de una, donde se dan todas las circunstancias para la polémica, metiendo en el mismo saco a establecimientos modestos, no sólo en su aspecto, y a otros sitios donde se cumplen todos los rituales del restaurante diez.
Ellos, la Michelin, dicen que lo único que cuenta es la cocina. ¿Hay que creerles?
Depende, porque hay cocineros reflexivos, brillantes, arriesgados, con oficio, que asumen retos, con momentos culinarios brillantes, que se sumergen en lo más profundo de su despensa. Que incluso son referencias solicitadas en otras guías y que encabezan el hit parade de los críticos españoles y vascos.
Otra de las supuestas ventajas de la guía roja, la del anonimato, no es real en cuanto perteneces al club, porque siempre habrá estrellas con dudas, injusticias flagrantes.
Lo que sí parece claro es que los inspectores no usan el mismo rasero en la calificación en las diferentes zonas del Estado español, e incluso en Euskadi.
Pienso que hay muchos olvidados, quizás en Bizkaia esto se hace mas plausible.
Hay estrellas que dan risa, la verdad, pero también la guía vive de novedades. Si no, sería siempre la misma.
La guía cumple cien años, por algo será. Esos 1.893 restaurantes recogidos en ella, entre estrellas y sitios Gourmand, son pocos si comparamos con Italia, Alemania, etc.
¿Qué tiene la roja que no dice apenas más que su dirección, el teléfono, el día de cierre y el precio aproximado (siempre por debajo del real) y cuyos datos sobre la venta, además, son anecdóticos en comparación con otras guías?