Vitoria. Los presos vascos Joseba Urrosolo Sistiaga y Carmen Gisasola han hecho pública una carta en la que rechazan cualquier proyecto político que no excluya de forma expresa y clara la lucha armada. La misiva es su aportación al debate abierto en el seno de la izquierda abertzale y afirman que el primer paso que tiene dar el MLNV de cara al nuevo escenario político es "el fin de la lucha armada", que equivale a "la llave que hay que girar para abrir una nueva etapa y empezar a solucionar los problemas".

La carta, que se reproduce en la siguiente página, ha sido redactada en el penal zaragozano de Zuera, cárcel donde el ministerio del Interior agrupa a aquellos reclusos de la organización armada críticos con la estrategia oficial. Es la segunda vez en menos de año y medio que ambos presos salen a la plaza pública para transmitir sus reflexiones porque "la gente que lleva tantos años apoyándonos y nuestras familias tienen derecho a saberlo". En el texto que hicieron público en setiembre de 2008, Urrosolo Sistiaga y Gisasola apremiaban al conjunto del MLNV a "materializar" cuanto antes un acuerdo de cierre del conflicto y mostraban su incomprensión con la ruptura del alto el fuego que propició las negociaciones de Loiola. En esta ocasión, se suman al debate interno de la Izquierda Abertzale para exigir claridad respecto a la lucha armada, emplazando a la dirección política a dar un puñetazo en la mesa si es preciso para abandonar la estrategia militar. Aseguran que la "inmensa mayoría de los presos" apostaría por un cambio de ciclo sobre estos parámetros "y sólo una minoría estaría tentada por continuar como hasta ahora".

reacción La carta de los dos reclusos es una reacción a la propuesta política elaborada por Arnaldo Otegi y Rafa Díez, un documento que Urrosolo Sistiaga y Gisasola consideran repleto de eufemismos que evitan el núcleo de la cuestión: el final de la lucha armada.

En el documento elaborado por los líderes de la izquierda abertzale, ahora también encarcelados tras la detención ordenada por Baltasar Garzón, se proponen cuatro pasos para materializar su apuesta política para el cambio de ciclo: recomposición de la Izquierda Abertzale, creación del lugar de confluencia de los independentistas, construcción del muro popular contra el estado de excepción y la reconstrucción del proceso de negociación. Para los dos ex-activistas de ETA, no son cuatro los pasos que tiene que recorrer el MLNV sino cinco, y el que falta sería el más importante, es decir, "el primero": el fin de la lucha armada. Ambos emplazan a la dirección de la Izquierda Abertzale a "hablar claro". A su juicio, se acabó el tiempo de seguir planteando "vaguedades" del tipo "cambio de ciclo y estrategia" o "nuevos instrumentos políticos", eufemismos que amagan con el final de la lucha armada". Además, rechazan que el cambio de ciclo que promueve la Izquierda Abertzale deba plantearse a partir de la secuencia primero bases democráticas y luego adiós a la violencia. "Lo previo, para que otros compartan compromisos a nivel político, es la garantía del fin de la lucha armada". La contundencia y claridad que exigen a la dirección de la Izquierda Abertzale es la que ellos muestran cuando aseguran que el cierre del ciclo de la lucha armada "se tiene que hacer desde ya mismo, conscientes de que se tenía que haber hecho hace años y que dejarlo para más tarde, a unos meses de las elecciones, sonará a electoralismo y no tendrá credibilidad".

Además de necesario, desde un punto de vista político, el final del uso de la violencia traerá efectos positivos para la vida interna del MLNV, que al rebufo de la lucha armada "ha fomentado una cultura y unas actitudes sectarias que son insoportables fuera de los ghettos de los incondicionales", critican en la carta.

Urrosolo y Gisasola consideran que la resistencia de ETA dar por acabado el ciclo de la estrategia militar es consecuencia del continuo relevo en su dirección. Mientras el IRA mantuvo en su cúpula a los mismos hombres durante todo su ciclo de actividad armada, no ha ocurrido lo mismo en la organización vasca. Por eso, si ETA sigue en sus trece, "es a la Izquierda Abertzale a quien corresponde plantearlo claramente, convenciendo a los que tengan que convencer o imponiéndose de facto".

Los dos presos creen que el proceso hasta el cierre definitivo de la lucha armada tiene que desembocar en la constitución de un "Izquierda Independentista" con aquellas formaciones y organizaciones que se sitúan en este amplio espectro, desde Abertzaleen Batasuna hasta EA, "reconociendo y respetando sus diferencias".

Aseguran que detrás de esta idea se alinean "muchos presos" aunque "unos pocos transmitan otro discurso en los comunicados oficiales en nombre de todos los presos" . Critican la ausencia otra vez del colectivo de reclusos del debate interno y muestra su convencimiento de que si los presos hubieran tenido la oportunidad de elegir entre asumir los acuerdos de Loiola o romper el proceso, "con los datos en la mano y no con las versiones interesadas, estaríamos ahora como en Irlanda en una etapa política".

Joseba Urrosolo Sistiaga y Carmen Gisasola fueron expulsados de ETA, aunque durante un tiempo continuaron vinculados al Colectivo de Presos Políticos Vascos. Ambos, en la carta de setiembre de 2008 antes citada, anunciaban su abandono de este colectivo en solidaridad con José Luis Álvarez Santacristina Txelis y Kepa Pikabea, a los que se expulsó de ese colectivo después de que ambos hubieran anunciado su abandono de forma unilateral.

De hecho, en el listado de presos cárcel por cárcel que Ertxerat tiene colgado en su página web no figuran ninguno de los cuatro ex-activistas.

Estas críticas se suman a las que recientemente dio a conocer este diario en el documento titulado Gakoa. Los autores del documento reclaman de la dirección del MLNV la apertura del debate a todos los militantes de la izquierda abertzale así como la posibilidad de debatir cualquier asunto, principalmente, el de la lucha armada. Esta necesidad interna por abordar sin tapujos de la cuestión de la violencia se manifiesta en paralelo a la distancia y frialdad con la que la mayoría de los partidos políticos y agentes sociales han observado las propuestas de la izquierda abertzale, a la que le piden un pronunciamiento claro contra la violencia de ETA.