Para muchos, Lleida es un punto de referencia en el camino hacia la costa mediterránea o camino del Pirineo oriental o de Andorra, una de esas ciudades que se deja a un lado de la autopista. Es la maldición que las localidades que son un nudo de caminos y esto es lo que ha sido a lo largo de la historia esta capital catalana. Pero para quien se toma el tiempo de entrar en Lleida a conocerla descubrirá que tiene mucho que ofrecer.

Para empezar, que se puede recorrer a pie con toda comodidad, dejando el coche aparado y disfrutando de la tranquilidad de las calles del casco antiguo o del paseo por las orillas de río Segre, un parque fluvial de primer orden que recorre la ciudad que divide la ciudad en dos. La mayor parte de su patrimonio histórico y arquitectónico se encuentra en la margen derecha del río, alrededor del cerro Turó de Lleida, donde se alzan la Catedral Vieja de Lleida, la Seu Vella, y el castillo del Rey, que recibe el sobrenombre de la Suda.

El parque fluvial del río Segre a su paso por Lleida. Manuel Portero

El apelativo del castillo es un término de origen árabe que hace referencia a un edificio fuerte centro de un poder militar. Igualmente, la Catedral Vieja se asienta sobre una mezquita andalusí, que a su vez se levanto sobre una catedral paleocristiana y visigótica. Hay quien apuesta que debajo de todas ellas se pueden encontrar restos de un templo romano. Estas tierras han estado habitadas desde el siglo VI aC, cuando se asentaron los ilergetes.

En el origen

La estratégica posición de Lleida a orillas del río Segre, han convertido la ciudad en objetivo y escenario de numerosos hechos históricos que se descubren recorriéndola con calma. Así, la Catedral Vieja, que se empezó levantar en el siglo XIII acabándose en el XV, pasó de templo religioso a edificio militar tras la Guerra de Sucesión, cuando acabó convertida en cuartel en 1707. El vecino Castillo del Rey sigue el mismo orden cronológico, pero acabó peor tras varios siglos de participación activa en diferentes guerras. En la actualidad solo queda la planta noble en la nave sudeste. El resto ha desaparecido. Pero al visitarlo es fácil imaginar su tamaño. Y que les costará menos trabajo dar uso militar a la catedral que reconstruirlo.

Los restos del medieval Castillo del rey, o Castillo de Suda, certifican la importancia estratégica y militar de Lleida a lo largo de la historia. Freepik

Tras casi un 80 años sin catedral, se levantó la nueva seo entre 1761 y 1781 en el núcleo urbano de estilo barroco-neoclásico. También tuvo una interesante vida, sufrió un incendio al poco de ser abierta al culto, fue expoliada por los franceses durante la invasión napoleónica, volvió a arder al comienzo de la Guerra Civil española tras lo que solo quedaron los muros y lospilares. Su reconstrucción acabó en 1955.

Por el casco histórico

Ya en pleno centro del casco histórico de Lleida se pueden recorrer su calles llenas de historia y arte arquitectónico. Enfrente de la fachada principal de la Catedral Nueva se encuentra el Antiguo Hospital de Santa María, de estilo gótico plateresco en el que destaca su patio central y la galería superior con su arcada ojival.

La catedral Nueva es de estilo está a caballo entre el Barroco y el Neoclásico. Pol Mayer

El Museo de Lleida, también conocido como Diocesano y Comarcal ofrece un interesante contraste entre su moderno exterior y contenido que recorre toda la historia de la ciudad y de la comarca. Nació de la unión de otros dos museos el de Arte Sacro Diocesano y el del Instituto de Estudios Ilerdenses, que recoge una muy interesante colección arqueológica.

La cercana plaza de Sant Llorenç se encuentra la iglesia que le da nombre y que fue sede catedralicia a lo largo del siglo XVIII. Es el segundo templo más antiguo de Lleida, y como la Seu Vella combina estilos que pasan por el Románico de su nave central al Gótico de las dos laterales.

Reencaminando los pasos hacia el río Segre se llega al carrer Major, paralelo al curso fluvial, y remontándolo en dirección a la colina de la Seu Vella se llega al Palau de la Paeria, sede del Ayuntamiento leridano. Levantado en el siglo XIII, bajo él se ha encontrado un edificio romano de de entre los siglos I aC y I dC. Otra de sus características es que cuenta con dos fachadas, la medieval de la plaza de la Paeria y la neoclásica frente al río.

La popular plaza de Sant Joan se comunica por ascensor con la Seu Vella. Freepik

Un poco más adelante, al pie de la colina donde ha empezado la visita, se encuentra la plaza de Sant Joan, considerada el corazón de la ciudad, el principal núcleo de la zona comercial. Otra iglesia es la que da nombre a la plaza. De comienzos del siglo XX, es de estilo neogótico. Además de los numerosos restaurantes y terrazas que la bordean, una ascensor sube hasta lo alto del cerro de Turó, punto de partida de este recorrido.

Qué más ver

Otro punto de interés es el viejo castillo de Gardeny, una fortaleza templaria un tanto alejada del centro histórico pero a no más de kilómetro y medio de la Catedral Nueva. También en un alto, ofrece una panorámica de Lleida desde el sudeste de la ciudad, casi en las afueras. Forma parte de la Ruta Domus Templi, que incluye otros castillos templarios como el de Tortosa, Peñíscola, Miravet y Monzón.

El Teatro municipal del Escorxado es uno de los ejemplos más significativos del modernismo leridano. Manuel Portero

Mientras se recorre con calma las rúas leridanas se acaba descubriendo otro de los secretos de la ciudad, sus edificios modernistas. No en vano esta localidad es una de la capitales del Modernismo de finales del XIX y comienzo del XX. Así, las casas Magi Llorens, Melcior, Morera de la Lira, Balasch, Bergós, Baró.La Vinícola o Xam-mar, así como el teatro municipal del Escorxador (un antiguo matadero) revelan la pujanza comercial y artística de Lleida.