Uno de los principales conflictos a los que se enfrentan las personas que tienen perro y aquellas que no es el de compartir el espacio público. Ladridos, orines en esquinas y paredes, carreras por la calle, malas experiencias, excrementos, exploraciones inoportunas, incomprensiones... son algunas de las causas que hacen protestar a muchos de los que comparten espacios con los perros. A veces con razón.

Los parques de las ciudades, donde los ciudadanos acuden a relajarse, pasear y tomar el sol han sido el principal escenario de estos enfrentamientos. Pero se encontró la solución, crear áreas de esparcimiento canino, espacios concretos y delimitados donde los canes puedan moverse libremente, socializar con sus iguales, correr y jugar sin molestar a nadie. Además se supone que esto se hace en las mejores condiciones de salubridad y seguridad.

La idea tuvo éxito y estos espacios han proliferado en ciudades y pueblos. En muchos espacios verdes, parques y jardines se acondicionaron áreas concretas vallándolas y dotándolas de una infraestructura básica.

El perro necesita poder correr libremente y a veces en los parques públicos puede ser un problema. Freepik

Pronto se llenaron de perros que corrían y jugaban o que no se separaban de sus humanos. Y también pronto se descubrieron las limitaciones de muchos de ellos, cuando se les empezó a conocer como pipicanes. Se trataba de muchos perros juntos en espacios limitados más pequeños de lo que convendría, falta de mantenimiento, exceso de orines, a veces desatendidos y, además, tensiones entre dueños de perros y entre los propios perros.

Así deben ser

Para evitar la mayoría de los problemas, las áreas de esparcimiento canino deben ser seguras, es decir, con unas vallas lo suficientemente altas para que no puedan saltarse, cerradas hasta el suelo para evitar que los más pequeño se cuelen por debajo y resistentes para aguantar empujones de los más robustos.

Además deben contar con puertas dobles de seguridad para evitar fugas. Primero se abre una, se cruza, se cierra y entonces se abre la segunda. Así se evita que el can pueda fugarse si no está bien sujeto o que alguno de los que vayan a saludar aproveche un hueco.

Debe ser espacioso para que los perros puedan jugar y ejercitarse sin tropezar ni invadir los espacios de otros. Los canes necesitan sitio para que sus interacciones sociales se desarrollen bien, que puedan alejarse cuando no quieran líos. Se estima que el área de las zonas reservadas para los perros deben tener entre 2.000 y 5.000 m2 según la afluencia de perros calculada.

La comodidad para perros y humanos cuenta. De entrada, debe contar con fuentes para perros y para personas. También sombra, tanto la que proyecten los árboles como algún refugio para los humanos en caso de sol o lluvia. Los bancos son un plus, aunque hay quien los cuestiona ya que si el humano permanece quieto, el perro tiende a mantenerse junto a él. Si se juntan varios dueños, habrá varios perros y puede tensarse la situación. Igualmente debe incluir iluminación para cuando caiga la noche

No deben faltar papeleras, ni de las normales ni de las especiales para excrementos. Y si hay dispensadores de bolsas especiales, ya es para nota. A pesar de ser un área de esparcimiento canino, a nadie le gusta pisar cacas.

Los juguetes en un área con perros puede ser una arma de doble filo. Freepik

Para que sea completo, también debe contar con elementos ambientales que lo enriquezcan y estimulen, que distraigan a los canes. Abundante vegetación, rocas, desniveles, quizá un estanque para refrescarse.

Tampoco deben faltar unas normas claras y sencillas de casi obligado cumplimiento. De esta manera, las posibles y a veces naturales tensiones entre los perros no se trasladarán a los humanos y la convivencia será óptima.

Los riesgos

Cuando en lugar de crear un área en condiciones se elige un rincón en un extremo del parque al que se le pone una cerca, solo tiene césped y un par de árboles y en el que los perros se amontonan, el lugar se convierte en un pipican, con los riesgos que ello entraña.

Fundamentalmente los peligros son de dos tipos, social y sanitario.

La falta de espacio hace que, en caso de necesidad, los perros no puedan alejarse entre sí lo suficiente para rebajar la tensión por lo que puede acabar en riña. A veces se puede huir, y una cerca normal puede saltarse si el perro está asustado.

La acumulación de heces y orines en poco espacio de muchos perros lo puede convertir en un foco de enfermedades. Un mal drenaje hace que el agua de la lluvia se estanque y lo convierta en un barrizal. Los perros meten el morro oliendo todo, además de pisarlo. Las infecciones son más que posibles, eso sin contar con la posible presencia de parásitos.

Si no queda más remedio porque es lo que queda más a mano, el tiempo en los pipicanes debe ser el mínimo imprescindible.

No hay que olvidar que un buen paseo, aunque sea con la correa puede ser suficiente. Socializar también es una mutua olfateada entre perros que se encuentra en una calle. Si no se interesan, se alejan y se evitan lo problemas. Además, cambiar de recorridos, de zonas les estimula al esforzarse en conocer todo lo que le rodea. La rutina también puede aburrirles.

PAUTAS PARA DISFRUTAR DEL PARQUE CANINO

Para que la experiencia en un parque canino resulte positiva para perros y personas conviene seguir algunas pautas generales.

1. Antes de entrar y después de salir del área de esparcimiento dar un paseo para que el perro se relaje.

2. Tener en cuenta el estado de salud de perro. Si no tiene las vacunas al día ni está desparasitado, el peligro de contagio es alto. Los cachorros no deben entran por esta razón.

3. Recoger los excrementos. Es imprescindible. Son muchos los perros y humanos que pasan por aquí y no es agradable verlas o pisarlas.

4. Si tu perra está en celo, no la lleves. Va a ser una fuente de conflicto tanto si hay perros como si no. Los que haya se van a excitar y van a intentar montarla, los que lleguen luego querrán seguir su olor.

5. Mantener vigilado el perro. Jamás hay que dejar desatendido al perro. Que se le pueda soltar y dejar que corra a su aire no implica no hacerle caso. Y por supuesto, jamás dejarlo solo dentro.

6. Comida, no, y juguetes, según el momento. Las chuches pueden ser una fuente de problemas y si uno recibe los demás vendrán por la suya y puede acabar en pelea. Con los juguetes, si está solo puede ser útil para que se mueva y se entretenga, pero si llega otro puede ser fuente de conflicto.