¿Qué particularidades tiene en cuanto a biodiversidad el Anillo Verde?

La flora y la vegetación del Anillo Verde son muy diversas gracias a los distintos ambientes ecológicos que existen: las zonas húmedas de Salburua, los bosques de ribera y sotos del Zadorra, los robledales, quejigales y encinares de Zabalgana y Armentia junto con un mosaico de comunidades arbustivas, matorrales, praderas y prado-juncales con los que conviven estos bosques, como en las campas de Olarizu, actual jardín botánico. Todas estas comunidades vegetales confieren al conjunto un elevado valor patrimonial porque aseguran el mantenimiento de los ciclos naturales, nos proveen de gran cantidad de servicios ecosistémicos, favorecen la conectividad del espacio periurbano con el ámbito urbano, el medio rural y las zonas de mayor naturalidad de los Montes de Vitoria y la Sierra de Badaia, permitiendo la presencia de una gran diversidad de animales y hongos, incluso de especies amenazadas que presentan en el municipio algunas de sus últimas poblaciones en todo Euskadi.

¿Qué ha supuesto recuperar espacios que estaban degradados y convertirlos en zonas naturales?

Demostrar que es posible y compatible un desarrollo social y económico con la restauración, la conservación y la mejora del patrimonio natural. Además, todo se ha hecho de forma sencilla y bastante económica, aprovechando espacios de oportunidad, donde con tan solo permitir o facilitar que la sucesión ecológica siga su ciclo, que la naturaleza siga su curso, y gracias a una gestión y un mantenimiento posterior dirigido hacia la conservación de dicho patrimonio, se han logrado alcanzar unos elevados niveles de calidad ambiental, como reflejan los indicadores estandarizados con los que se evalúa. Añadiría que todo se ha conseguido con la virtud de hacerlo compatible con un uso público bastante intensivo en muchos casos. De modo que, el Anillo Verde ha permitido mejorar nuestro entorno renaturalizando muchos espacios abandonados, fuera de ordenación o con usos indebidos, pero brindando estos espacios recuperados no solo a la conservación del medio natural sino también al disfrute de la ciudadanía y visitantes.

El Jardín Botánico de Olarizu aspira a convertirse en un referente en el estudio del medio ambiente, ¿qué pasos faltan para completar el proyecto?

En primer lugar, seguir completando y mejorando sus colecciones de plantas y algunos servicios dirigidos a los visitantes, para que la ciudadanía pueda aprovechar al máximo este museo al aire libre con el objetivo de aprender y disfrutar de todo lo que nos ofrecen las plantas y sus comunidades, que son la base de todos los ecosistemas. En segundo lugar, debemos continuar estudiando e investigando las plantas y sus comunidades para seguir aumentando nuestro conocimiento sobre la biología y la ecología vegetal, con especial atención hacia la conservación de las especies y los hábitats más amenazados, piezas clave cuya desaparición no nos podemos permitir, puesto que muchas veces no conocemos su potencial, el papel que juegan o incluso conociendo sus funciones, propiedades y utilidades, se encuentran en grave riesgo de desaparición, como ocurre en nuestro entorno más próximo con algunas plantas medicinales o capaces de descontaminar suelos degradados, por ejemplo. Este es el papel que juega el Banco de Germoplasma Vegetal, centrado en conservar toda esta diversidad evitando su pérdida e impulsando su recuperación. Y esta actividad conservacionista e investigadora va ligada con la implantación de soluciones basadas en la naturaleza en el desarrollo de la infraestructura verde urbana y territorial teniendo como principal fuente de referencia las plantas y todas sus capacidades. En tercer lugar, el Jardín Botánico debe seguir ofreciendo una variada y amplia oferta de actividades para que desde distintos ámbitos, inquietudes e intereses cualquier persona, de cualquier edad y condición, pueda adentrarse en el mundo vegetal, puesto que somos animales y nos debemos a las plantas. Debemos recordar que no solo convivimos con la flora y la vegetación, sino que con las plantas y otros vegetales nos alimentamos, nos curamos, nos vestimos, nos perfumamos, obtenemos tintes y pigmentos, construimos utensilios, muebles y hogares que también calentamos con leña y combustibles fósiles vegetales, al fin y al cabo. Hay que tener en cuenta que vivimos inmersos en un paisaje vegetal y cultural que hemos configurado con el paso del tiempo en base a los usos tradicionales y actuales que realizamos de los distintos ecosistemas con los que convivimos, talando, pastoreando, labrando, cultivando, construyendo, en definitiva, aprovechando nuestro entorno de infinidad de formas distintas. Incluso nos movemos sobre vehículos con los que rodamos sobre caucho, y no debemos olvidar la fotosíntesis, proceso bioquímico básico que transforma la luz solar en energía y oxigenó en su origen la atmósfera que respiramos, dando paso a la vida terrestre tal y como la conocemos, un proceso que es la base de la economía solar actual, que será uno de los pilares para afrontar la crisis energética a la que nos enfrentamos en la transición hacia un modelo energético sostenible, por citar algunos ejemplos. En cuarto lugar, para seguir trabajando en el cumplimiento de todos estos objetivos ligados a la investigación, la conservación, la educación ambiental y la divulgación en el Jardín Botánico hay que destinar medios materiales y humanos suficientes para mantener sus colecciones y servicios en el mejor estado posible, aumentar su actividad científico-técnica y la oferta formativa y divulgativa con el fin de transmitir a un modelo social sostenible todo el potencial que ofrece la diversidad vegetal en tantos sentidos.

¿Por qué es importante conocer, difundir y conservar la biodiversidad vegetal?

Porque las plantas y sus comunidades son un recurso natural de primer orden, como ya he señalado anteriormente, que nos proveen de gran cantidad de materias y servicios, y que han hecho posible la vida en la Tierra tal y como la conocemos.

En este entorno, la fauna y flora autóctonas tienen la amenaza de nuevas especies invasoras, por no mencionar las graves afecciones del Cambio Climático.

Así es, la biodiversidad sufre una serie de amenazas y presiones que se incluyen dentro de lo que se conoce en su conjunto como el cambio global, y es evidente que debemos hacer lo posible por eliminarlas y mitigarlas porque, sencillamente y sin alarmismos, nos va la vida en ello. La biodiversidad, la diversidad de formas de vida que conforman los distintos ecosistemas y permiten su funcionamiento, regulan una serie de ciclos naturales y unos equilibrios de los que depende nuestro futuro, como una más de tantas especies que habitamos la Tierra, teniendo en cuenta además que nuestra actividad ha quedado demostrado que tiene un mayor impacto que el de ninguna otra especie desde hace ya mucho tiempo. Por eso debemos ser responsables y actuar en consecuencia, dirigiendo los esfuerzos para adoptar nuevos modelos de desarrollo de nuestras sociedades que permitan nuestra convivencia con el resto de las formas de vida porque la sostenibilidad no es otra cosa sino interdependencia. Es decir, nuestras sociedades no son independientes sino interdependientes, a veces incluso extremadamente dependientes, del resto de formas de vida que existen sobre el planeta. Eso se traslada a nuestras ciudades y los jardines botánicos juegan un importante papel en la adaptación de nuestro verde urbano. A partir de la experiencia de su cultivo los jardines botánicos ofrecen la posibilidad de integrar mayor diversidad en el arbolado urbano y toda la flora que se cultiva en nuestros parques y jardines donde debemos ir incorporando especies autóctonas, o en todo caso alóctonas no invasoras, evitando que las especies invasoras desplacen a las autóctonas y transformen el medio natural cuando se salen de tiesto, facilitan la introducción de especies tolerantes a la sequía o de bajos requerimientos hídricos que no necesiten riego con el consecuente beneficio y reducción de consumo, además de especies resistentes a episodios de heladas prontas y tardías, ciclogénesis explosivas, olas de calor o a nuevas plagas y enfermedades que doten a nuestra ciudad de mayor resiliencia frente a estos efectos del Cambio Climático y faciliten la transición hacia nuevos escenarios de futuro.