La Ertzaintza ha constatado la existencia de al menos cinco grupos juveniles de carácter “más o menos violento” en Vitoria, pandillas integradas sobre todo por menores de edad, en muchos casos adolescentes, y que no tienen líderes claros ni zonas específicas de influencia. Imitan la estética de las bandas organizadas sin llegar a serlo, tienen una actividad frecuente en las redes sociales, pueden llegar a cometer delitos graves y, aunque cuentan con una vocación de permanencia, acostumbran a diluirse con el tiempo a diferencia de esos grupos estructurados con presencia internacional.

La Policía Autonómica, a la que no le consta que a día de hoy haya bandas organizadas en la ciudad o el resto del territorio, sigue “de cerca” la pista de estos grupos para que no vayan más allá de ese “estado embrionario”. En definitiva, para que no “eclosionen” y sus integrantes terminen por “convertirse en un problema” real. El riesgo está ahí, pero este fenómeno “no es un problema ahora mismo” ni lo va a ser “a corto plazo” en el entorno más cercano.

Así lo asegura en conversación con DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA el responsable de la Oficina Territorial de Inteligencia de la Ertzaintza, que es la encargada de “monitorizar” la actividad de estos grupos juveniles tanto en el mundo real como en el virtual. Lo hace desde el año 2009, cuando sus agentes comenzaron a “prestar atención” a las primeras pandillas de estas características, que ya tenían un recorrido previo. Fue la época en la que surgieron en Vitoria grupos bastante activos y territoriales como Combo de Arriaga o Los Lobos, ya extinguidos –al menos según los investigadores–, años en los que se registró un pico importante de delincuencia relacionada con estas bandas.

El panorama ha cambiado mucho desde entonces a nivel local, pero lo que sí ha perdurado con el paso de los años es la presencia de grupos de jóvenes que “van más allá de las cuadrillas convencionales de chavales más o menos problemáticos”.

El responsable de Inteligencia desgrana que los investigadores dividen en la actualidad estas agrupaciones en dos tipos diferenciados. Existen, por un lado, unas “pandillas primarias” que son las que a día de hoy tienen una mayor presencia en Gasteiz: están formadas por menores de entre 13 y 16 años, suelen sumar “de diez a quince” integrantes y cometen acciones “espontáneas” y por lo general “de poca entidad”, en cualquier lugar de la ciudad. Son grupos que surgen en el ámbito escolar o en el barrio de residencia de sus miembros, entre los que hay chicos y chicas. Nacidos en Vitoria, “en Txagorritxu”, y educados en el sistema local aunque puedan tener distintos orígenes.

“Se juntan en un sitio, y si pasan dos chavalillos con un patinete y a uno se le ocurre robárselo, se lo roban”, ejemplifica el responsable de Inteligencia. Al margen de los hurtos con intimidación, estos jóvenes pueden cruzar la línea y cometer agresiones físicas, bullying... delitos graves, en definitiva, pero cuya respuesta judicial o penal “es casi simbólica” por la reducida edad de sus responsables.

El investigador desvela que uno de estos grupos, o al menos una parte de sus integrantes, estuvo detrás de la agresión grupal sufrida por un hombre el pasado Jueves Santo en la calle Pintor Vicente Abreu de San Martín, que se saldó con tres menores imputados –investigados según el argot actual– por agresiones.

Cuando estos grupos evolucionan se convierten en lo que los investigadores llaman “pandillas juveniles”, cuyas acciones son ya “de más entidad, más graves”. Tienen entre diez y 30 miembros y sus integrantes, casi siempre varones, comenten delitos “constantemente”: contra la propiedad, robos con intimidación, agresiones o menudeo de drogas –sobre todo marihuana–. El “problema” para los jóvenes que las integran, con edades que van de los 15 a los 20 años, es según el responsable de Inteligencia que pueden acabar queriendo ser imitadores de esas bandas internacionales que conocen por los medios o por las redes sociales.

Se trata, de hecho, del principal foco de preocupación de la Policía Autonómica en este ámbito, ese “peligro real” de que un joven o un grupo de chavales pasen a imitar o incluso integrar un grupo con presencia internacional. Bizkaia es, en este sentido, el territorio vecino donde este problema está “más desarrollado” y se han producido más operativos importantes. “Los peligrosos, los que pueden perdurar, son los grupos que imitan a esas bandas internacionales que están asentadas en otras zonas del Estado, en Madrid o Barcelona, y que han podido tener ramificaciones aquí”, remarca el responsable de Inteligencia. Incluso en Álava. Sin ir más lejos, la Guardia Civil detuvo este pasado octubre en Gasteiz y Laguardia a dos presuntos cabecillas en Euskadi de la banda Blood, fundada en 1972 en la ciudad de Los Ángeles y una de las más temidas.

“En absoluto”

La pregunta en este punto resulta obligada: ¿Hay motivo para la alarma social? “En absoluto”, zanja el responsable de Inteligencia. Y apostilla: “Son gente adolescente, que anda cerca del mundo de la delincuencia, como siempre ha habido. Que les gusta agruparse, ponerse nombres en inglés... pero que lo normal es que se diluyan con el paso del tiempo: cuando terminan los estudios, se ponen a trabajar o establecen una relación de pareja o un proyecto de vida”.