Recién llegada de Estados Unidos, donde acaba de romper moldes tras disputar el prestigioso March Madness, Paula González ya descansa en Sarría. La alero zuyana, de 18 años y 1,80 metros de altura, disputó en marzo con la Universidad de Vermont el torneo más importante del baloncesto universitario en su año de rookie. Un hito mayúsculo para una pujante jugadora que no pone límites a su ambición y busca labrarse un nombre en el complejo basket norteamericano.

Mientras repone fuerzas antes de volver a cruzar el charco a finales de junio, Paula regresó el pasado viernes a sus orígenes en el polideportivo de San Andrés. Lo hizo mediante una emotiva charla motivacional al equipo alevín de segundo año del CB Araba. Tras sus comienzos en el Zuia, fue el club donde creció como jugadora tras pasar por todas sus categorías inferiores y en el que muchas niñas sueñan con seguir algún día sus pasos.

No será fácil para ninguna, ya que al margen del talento innato para la práctica del juego siempre conviene poner otras virtudes encima de la mesa como el sacrificio, la constancia, el espíritu de mejora casi diario y, sobre todo, la ambición de volar en solitario lejos del calor de los padres. Algo que, en ocasiones, echa para atrás a más de una.

Paula González, junto al equipo alevín del Araba y su entrenador Jordi Armenteros Jorge Muñoz

Paula, introvertida ya de por sí, acudió a la cita con los nervios propios de cualquier partido. No sabía a lo que iba a enfrentarse ante las imprevisibles preguntas de unas niñas en muchos casos todavía sin la personalidad formada, pero al final cumplió sobradamente con el objetivo de inculcar su pasión y marcar unas directrices a las futuras generaciones del CB Araba.

“Soy bastante independiente y no echo tanto de menos España como quizá otras jugadoras. No me cierro puertas, pero ahora prefiero coger esta experiencia de fuera. Sé que puedo volver en algún momento porque siempre estarán mis padres”

Paula González - Jugadora alavesa de la Universidad de Vermont

Durante una larga hora, y ante la atenta mirada de su padre Jorge en la grada, lo pasó en grande. Incluso jugó un K.O. con todas ellas y dio muestras de sus grandes fundamentos técnicos en algún uno contra uno. Eso sí, sin poner en peligro su integridad física.

El dorsal 13 y el jet privado

Una tarde en la que básicamente se trataba de hacer felices a unas niñas de 11 y 12 años que, sentadas alrededor de un banco, la pusieron a prueba. No en vano, todas ellas quisieron conocer al detalle todos sus pasos baloncestísticos hasta la fecha o lo que está suponiendo la fascinante experiencia en la NCAA que tendrá su continuidad durante los tres próximos años.

La alero zuyana respondió a todas las preguntas de las jóvenes promesas del Araba Jorge Muñoz

“Mi hermana jugaba a basket, es un deporte de equipo en el que te haces amigos de otras personas y eso me gustaba. Fuera de la cancha no tenía tiempo para hacer otra cosa. Pero en España no era fácil compaginar el deporte con los estudios, así que por eso me marché”, reconoció Paula de entrada.

Estados Unidos le resultaba familiar ya que, con anterioridad, había estado un año de intercambio en el instituto de Iowa. Por eso, su experiencia está resultando gratificante a todos los niveles y nada le resulta ya desconocido. “Me gusta más jugar en Estados Unidos debido a las facilidades que nos ponen. Tengo cinco entrenadores y me dicen desde varios sitios dónde puedo mejorar. Allí las jugadoras son más físicas y tienen más cuerpo que yo, pero he aprendido a competir. Aunque nunca lo he sido, ahora ya me ven como una tiradora a base de practicar mucho”, confesó.

“Me gusta más jugar en Estados Unidos debido a las facilidades que nos ponen. Tengo cinco entrenadores y me dicen desde varios sitios dónde puedo mejorar. Allí las jugadoras son más físicas y tienen más cuerpo que yo, pero he aprendido a competir"

Paula González - Jugadora alavesa de la Universidad de Vermont

Las promesas del Araba conocieron de primera mano otras curiosidades de Paula González. Por ejemplo, que lleva el dorsal 13 pese a ser un número que generalmente trae mala suerte, que su espejo en el baloncesto es Elena Delle Donne –tres veces elegida en el All Star Game de la WNBA y dos veces MVP–, que se alimenta como cualquier otro deportista a base de pollo, pasta o arroz y que incluso ha viajado dos veces en un jet privado con su equipo de la universidad de Vermont. Gracias a la ayuda de una beca, vive en una residencia de Burlington, estudia Empresariales y, por ejemplo, ha conocido Montreal (Canadá).

La alero zuyana, que ha ganado varios kilos de masa muscular, no desaprovechó la ocasión para confesar que el viaje a Estados Unidos “es el sueño” de muchas baloncestistas jóvenes como ella. En su caso, además, quiere echar raíces al otro lado del charco. “Soy bastante independiente y no echo tanto de menos España como quizá otras jugadoras. No me cierro puertas, pero ahora prefiero coger esta experiencia de fuera. Sé que puedo volver en algún momento porque siempre estarán mis padres”, desveló.

Finalizada la charla y con los ojos casi vidriosos, Paula recibió un caluroso aplauso de todas las promesas del Araba. De cara al futuro, se comprometió a seguir de cerca sus evoluciones y no dudó en regalarles algunas sudaderas y pantalones de los Catamounts de la Universidad de Vermont. Un detalle que las jóvenes dirigidas por Jordi Armenteros difícilmente olvidarán.