Es 1987. Junio para ser más exactos. Es más, es día 4. Con sede en Pamplona, se edita una autodenominada “revistucha contumaz cocinada en Euskadi” después de varios meses de trabajo recopilando creaciones, llevando a cabo la maquetación y convenciendo a alguien que tenía un amigo en la rotativa de un periódico. “Asóciate, 100 canillas”. A un mes de San Fermín, un toro pasea las dos orejas del torero. “La única revista sin corrector”. De eso, ya han pasado o solo han transcurrido, según lo mire cada cual, 35 años. 

Una de las primeras presentaciones del fanzine en Pamplona ADOLFO LACUNZA

Cualquier excusa es buena para juntarse, que diría aquel otro. Y a quienes componen TMEO nos les faltan las razones. Cuando salió el número 100, fiesta. Cuando se cumplieron 20 años, fiesta. Con los 25, fiesta. Con los 30, qué decir, fiesta. Así que con los 35, nueva reunión de pastores. Esta vez con Zas Kultur como escenario. Al fin y al cabo, desde 1992 el fanzine tiene su sede en la capital alavesa, desde donde ha visto pasar a buena parte de los historietistas más importantes que han dado País Vasco y Navarra a lo largo de estos decenios. 

Por supuesto, en este tiempo ha pasado de todo, hasta una pandemia, varias crisis económicas y unas cuantas guerras. Hasta ha visto como uno de sus números no salía. En realidad no pasó nada extraño. No hubo censura ni nada. Pero si alguien dice que tiene todos los TMEO, se siente, pero no dice la verdad. El 11 nunca llegó a publicarse. Se cuenta que el encargado de llevarlo a impresión se confundió y dijo que era el 12. Nunca se quiso arreglar el error. Hace nada ha llegado a las manos de los lectores el 166.

“Reírte de las cosas es una manera de contestarlas y superarlas. Una sociedad sin humor ni libertad de expresión, explota”

Aunque parezca mentira, la publicación ha conseguido resistir a modas, crisis, momentos internos y externos de todo tipo y condición, a idas y venidas... para ser, desde hace tiempo, un referente del humor, de la historieta, del trabajo asambleario, y de la incorrección política, social, económica y vital. Hay que volver un segundo a 1987. La revista sale el 4 de junio, pero el sistema de distribución tiene su aquel. En un autobús que une de manera regular Pamplona y Vitoria vienen el día 6 un par de paquetes con ese número 0. En la plaza del ganado, donde hoy está el Buesa Arena, tocan esa noche La Polla, Quemando Ruedas, Kortatu y Vómito. Vamos, no hay mejor excusa para reunir al público objetivo en ese momento de TMEO. Simónides, Mauro Entrialgo, la Jesusa y Kini son los porteadores y quienes están en la actuación, según les ven llegar, ya preguntan que en qué locura se han metido esta vez.

En realidad, la puesta en marcha de la publicación partió de una necesidad muy clara. A quienes estaban detrás de aquello en plena década de los 80 les gustaba dibujar pero no tenían una herramienta para difundir lo que hacían. Sí, había otras publicaciones pero o estaban especializadas o tenían determinadas líneas editoriales que no encajaban con lo que se buscaba. Porque lo que se quería era un vehículo para contar de todo y reírse de ello. Por supuesto, a lo largo de 35 años han ido entrando nuevas firmas y han ido evolucionando las formas, pero la esencia sigue siendo la misma. Se puede hablar de locura, de surrealismo, de acidez, de ganas de ser escatológico, de... “El TMEO es un rara avis. Es un humor irreverente que a veces ni se entiende. Es un humor que no es para nada políticamente correcto”, apunta Larri, una de las firmas más veteranas que sigue en activo dentro de un proyecto que, por ejemplo, ha sido protagonista de exposiciones en Alemania o al que se le han dedicado reconocimientos en salones del cómic como los de Getxo o Barcelona. 

Hace poco se publicó el 166, una nueva muesca en el camino de una revista que, eso sí, nunca vio publicarse su número 11

“Al final, siempre hay cosas de las que reírte. Los chistes, en realidad, los hacen los demás. Reírse es una manera de superar todas las cosas que pasan” ya sea una pandemia como la actual, ya se trate de la acción de ETA, ya se hable de la corrupción política... “Es sano reírse de todo eso. Mientras el humor te produzca esa carcajada que es casi hasta terapéutica, te podrás reír de todo. Estamos perdiendo esa visión de que reírse de las cosas nos hace superarlas y que es sano. Parece que ahora la gente prefiere indignarse. Reírte de las cosas es una manera también de contestarlas y superarlas. Esas reacciones son sanas. Una sociedad sin humor ni libertad de expresión, explota”. 

Varias portadas de estos años del TMEO Jorge Muñoz

Más o menos cada dos meses, con el objetivo de que la carcajada sea protagonista, aparece cada nuevo número de TMEO. Son los compradores y los pequeños anunciantes –los bares han sido parte de la columna vertebral de estos 35 años– los que ayudan a sostener una propuesta de la que, en realidad, no vive nadie. También eso ha ayudado, por ejemplo, a que estos dos años de pandemia se haya podido seguir haciendo camino. “Hay momentos duros cuando peligran puestos de trabajo, pero no es el caso”. De hecho, ni siquiera en estos momentos, se han solicitado subvenciones públicas. “Lo que hicimos en 2020 fue sacar un TMEO digital que nos sirvió y mucho porque se vendió bastante. Ese número nos salvó todo el primer año de la pandemia” en el plano económico. 

Varias portadas de estos años del TMEO Jorge Muñoz

En ese contexto, el futuro del proyecto es claro. Seguirá hasta que o se aburra el público o lo hagan los historietistas. No hay más. “Es un proyecto que lleva muchos años y ha sobrevivido por ser como es. Es un fanzine realmente. A veces nos llaman como si fuéramos una empresa o una revista profesional. Pero no. Esto es algo asambleario que te da libertad”. De todas formas, hay otro elemento importante hoy que no existía en aquel 1987, las redes sociales. Aunque en la revista tampoco creen que les influyan mucho. “Hace poco alguien comentó que éramos terroristas. Y le contestamos: ¿no querrás trabajar para TMEO? Tampoco hay que tomarse en serio todo lo que se dice en las redes”. En realidad, no hay que darle excesiva importancia a nada. Tampoco a esta veterana publicación. Solo hay que seguir disfrutando con ella y brindar por, por lo menos, otros 35 años de incorrección.