El periplo de este vallisoletano por cinco comunidades autónomas comienza esta noche, a partir de las 22.30 horas, con una doble entrega que le lleva a Madrid y le trae a Euskadi, donde el cómico intentará conectar con su posible Homo Euskaldensis, probando como segalari y haizkolari, poniendo a prueba la gastronomía vasca junto a Robin Food y debatiendo sobre política con Iñaki Anasagasti.

¿Qué es esto del ‘roast’ del título del programa?

—Dar caña. Eso, básicamente. Es un programa un poco canalla en el que recorremos los lugares y sus tópicos a base de humor cañero. Aunque en la primera temporada, incluso más que en los tópicos acabamos en otras cosas, porque en Cataluña se habló de la independencia, en Galicia de narcotráfico…

Hay quien lo define como un programa de viajes, quien lo ve como un programa que desmonta tópicos, ¿J.J Vaquero cómo lo presenta?

—Un programa de viajes es porque hemos viajado muchísimo y vamos a los sitios. No hablamos de los sitios, vamos. Y luego … es que desmontar tampoco porque entonces cada tópico que nos encontráramos tendríamos que desmontarlo y hay cosas con las que se está más de acuerdo y otras con las que menos. Hemos viajado sacando punta a las peculiaridades de cada sitio, de cada lugar.

¿Tiene algo de aprender a reírnos de nosotros mismos?

—Yo creo que sería reaprender. Puede ser que estos últimos años con las redes sociales se nos haya puesto la piel más fina pero yo creo que sabíamos reírnos de nosotros mismos. El monólogo mío de Comedy Central que más me dio a conocer en su día (no había redes como ahora pero existía Youtube) fue uno que se titula Los españoles y hablaba de cómo éramos los españoles un poquito de sobrados y … cero problemas.

¿Cree que un programa como Vaya Semanita enseñó mucho a los vascos a reírse de sí mismos?

—Totalmente. En el programa de esta segunda temporada se habla de ello con Santi Ugalde y creo que también con Iñaki Anasagasti se menciona y comenta que el humor es humor y que viendo Vaya Semanita podía reírse de un sketch sobre el terrorismo. Fue un ejemplo para todos. Los vascos están acostumbrados a un humor potente. He estado hace diez días en el Teatro Campos de Bilbao, he hecho casi todo el monólogo que grabé para El roast de España sobre Euskadi porque lo tenía fresco y pensé “en ningún lugar mejor que aquí” y cero problemas. Nadie me hizo ni un solo comentario del tipo “oye, aquí te has pasado”. Que cojan un trozo del monólogo, lo cuelguen descontextualizado en Twitter y haya gente que se ofenda, seguramente pueda pasar. Pero en la vida real ni una sola queja.

“Es un programa de humor cañero. Hemos viajado sacando punta a las peculiaridades de cada sitio que visitamos”

“Tengo mucha conexión con el público vasco. Hemos hablado de comida, de política, de deporte y de cultura vasca”

¿Quizá J.J. Vaquero hoy no podría hacer alguno de los monólogos de hace no mucho tiempo?

—Sí, sí. De hecho, hay veces que en las entrevistas me ponen cortes de monólogos míos de El Hormiguero de hace diez años y digo “¡madre mía!”. Ahora mismo cambiaría según qué cosas. Pero también porque se evoluciona un poco y creo que hay cosas que han ido a mejor. Lo que pasa es que como el humor representa a la sociedad, de repente hacer un bloque sobre los piropos que se decían a las chicas en la discoteca, en aquella época sonaba mejor que ahora. Ahora eso se hace menos y esos chistes representarían menos a la sociedad. Hace 20 años hablar de que una mujer pasaba por debajo de un andamio y le tiraban piropos, te funcionaba muy bien. Ahora seguramente no. Es la evolución de la sociedad.

¿Cómo es la mecánica del programa?

—Nos desplazamos al sitio, hablamos de cosas que hemos oído. Fuimos a Mallorca, hablamos con un médico del hospital muy involucrado con el tema de toda la gente que les llega en verano porque han tenido un accidente con el balconing. Esa entrevista se hace en tono serio y luego en el monólogo hablo del balconing usando los datos ciertos que me ha dado esta persona, como por ejemplo, que la mayoría de estos casos son de ingleses.

Tiene que estar muy atento a lo que los entrevistados le dicen para luego sacar punta.

—Sobre todo, tuve que aprender a que más que una entrevista pareciera una charla, que es mucho más ameno. A escuchar mucho, porque yo no soy un gran escuchador y me tuve que forzar a hacerlo y me ha venido muy bien para mi vida. Si solamente estaba pensando en la siguiente pregunta, de ahí no iba a salir nada fructífero. Realmente no hay que estar tan atento porque el monólogo se graba otro día y yo puedo ver los vídeos de la entrevista con calma. Porque si no hablo de un dato que se da en la entrevista emitida, la gente dirá “se lo ha sacado de la manga”.

¿Cómo ha sido su paso por Euskadi?

—Muy guay. Me gusta muchísimo. Tengo mucha conexión con el público vasco y yo creo que piensan que soy vasco. Yo no sé si es porque Vaquero es un apellido mítico de aquel futbolista o por el corte de pelo, pero va muy bien. Y siempre que estoy allí noto mucha conexión. Y, aunque suene redundante, ¡cómo comimos! Para parte del equipo era la primera vez allí con lo cual había que hacerlo todo: los pintxos, el chuletón..., todo.

Precisamente otro de los invitados con los que estuvo fue David de Jorge, Robin Food.

—Maravilloso. Pocas veces me he encontrado con alguien que hable más conciso, más claro y más directo que yo. Estuvimos en un mercado y la gente le hablaba como si fuera su primo o su hermano. “Hombre, David, ¿qué cojo?, ¿qué merluza me llevo?”. Algo flipante de ver.

Un grupo de invitados muy heterogéneo el formado por Iñaki Anasagasti, Santi Ugalde y David de Jorge.

—Ese es el intento del programa. Hablar con gente diferente para poder tocar un poco todo. Hemos hablado de comer y hemos estado con Robin Food. Hemos hablado de la política vasca y hemos hablado con Iñaki Anasagasti. Hemos visto cómo tocan la txalaparta, vamos a hablar de la música vasca. Y ahí están Kortatu, Barricada, lo mío.

‘El Mundo Today’ tituló “El gobierno de España encarga a J.J. Vaquero su próxima campaña de turismo”. Lo que le faltaba...

—Significa lo que significa, es una noticia loca. Algo que nunca podría ser real. Contento de ahorrarme ese marrón.