Con la eliminación en el play off de la ACB, la temporada 2022-23 del Baskonia llega a su fin. Termina una campaña que ha resultado histórica para los azulgranas en cuanto a registros y que ha servido para que muchos de los aficionados que se alejaron del Buesa Arena tras la pandemia se reenganchen con un equipo que ha enamorado a propios y a ajenos con su juego. Sin embargo, ha faltado dar un paso adelante en momentos decisivos para que el equipo pudiera alcanzar la siguiente dimensión y redondear el curso.

Es cierto que el conjunto gasteiztarra ha logrado igualar su mejor balance en una fase regular de la ACB con 28 victorias y 6 derrotas y que la campaña en la Euroliga también ha estado a la altura de sus mejores años con 18 triunfos, 16 derrotas y 33 jornadas en puestos de play off. Pese a ello, el resultado final de la temporada ha terminado siendo similar al de los decepcionantes años anteriores: eliminado en cuartos de final de la Copa del Rey, fuera del Top 8 de la Euroliga y eliminado en cuartos de final de la ACB. En ninguna de las tres competiciones ha estado cerca de poder competir por el título y eso no es algo fácilmente digerible en un club con la exigencia del Baskonia.

Posiblemente muchos hubieran firmado una temporada como esta antes de disputar el primer partido oficial del curso contra Unicaja. Los seguidores gasteiztarras se han divertido y mucho con un juego moderno, vistoso, eléctrico y de elevadas anotaciones, a la par que han descubierto a talentos como Darius Thompson o Markus Howard, destinados a tener un papel importante en el baloncesto europeo en los próximos años. Sin embargo, después de vivir un momento de éxtasis especialmente durante ese mágico mes de diciembre en el que el equipo llegó a encadenar 12 victorias consecutivas entre ACB y Euroliga, terminar el curso de vacío sabe a poco.

El equipo no ha logrado dar la talla en los partidos eliminatorios Efe

UN ANTES Y DESPUÉS DE HENRY

Claro que la temporada del Baskonia no puede explicarse sin un acontecimiento crítico para los intereses azulgranas que resultó totalmente imprevisible e incontrolable: la suspensión de Pierria Henry por un test de orina no concluyente en uno de los controles antidopaje de la FIBA.

Aunque la plantilla construida por la dirección deportiva azulgrana el pasado verano podía generar dudas al principio por la falta de experiencia de Thompson, Howard, Hommes y Kotsar en la máxima competición europea, pronto quedó claro que los fichajes habían sido un acierto y que el equipo tenía potencial para hacer cosas importantes esta campaña. Lo demostró ganando al Real Madrid por 88-82 el 23 de octubre y en la rueda de prensa posterior al choque llegó el bombazo con el anuncio del fichaje de Pierria Henry, una jugada maestra tanto por el salto de calidad que dio la plantilla como por el factor emocional del retorno de uno de los jugadores más carismáticos y queridos por la afición.

El norteamericano completó una de las mejores líneas exteriores de Europa y su defensa, energía y experiencia fue el complemento perfecto para la excelente visión de juego de Thompson y la voracidad anotadora de Howard. Con los tres a gran nivel llegó la mencionada racha de 12 triunfos y el Baskonia alcanzó a liderar la Euroliga, momento en el que parecía que el club gasteiztarra iba a comerse el mundo.

Entonces, llegaron las dos derrotas contra los equipos alemanes y el choque contra el Bayern, disputado el 10 de enero, fue el último que disputó Henry. El acontecimiento desestabilizó lógicamente al equipo por las semanas de secretismo y rumorología que se vivieron alrededor del base y también por la pérdida de una de las principales estrellas y líderes del vestuario. El hecho también resultó un contratiempo para la dirección deportiva, obligada a moverse en el mercado a contrarreloj en busca de un sustituto que terminó siendo Heidegger, un jugador de un perfil diferente, novato en la Euroliga y sin las cualidades defensivas de Pierria.

Peñarroya, pensativo durante la eliminación de Copa. FOTO: ACB PHOTO/E. C.

FRAGILIDAD EN MOMENTOS CLAVE

La primera prueba de fuego para el equipo llegó un mes después de la marcha de Henry con la disputa de la Copa del Rey de Badalona, torneo al que se llegó con la ilusión por las nubes. Por desgracia, el Baskonia, un manojo de nervios, completó uno de sus peores partidos de la temporada y fue eliminado por el Joventut a primeras de cambio en cuartos de final por 94-81.

En la Euroliga, por otro lado, el equipo fue capaz de gestionar la renta conseguida en la primera vuelta de la campaña y, aunque fue cayendo puestos en la clasificación, se mantuvo dentro del Top 8 hasta la última jornada, a la que llegó tras encadenar tres victorias consecutivas. Sin embargo, no fue capaz de ganar al Olympiacos y se quedó sin el deseado play off.

No quedaba otra que centrarse en la ACB, la última oportunidad para cerrar el curso con un buen sabor de boca. El Baskonia colideró la tabla durante varias jornadas, pero no consiguió alzarse con el primer puesto al perder contra el Barça en el Buesa en la penúltima jornada. El balance final, en cualquier caso, fue excelente y el equipo aún albergaba esperanzas de hacer un buen papel en las eliminatorias, aunque, al igual que en la Copa, el Joventut, pese a perder seis de los últimos siete partidos de fase regular, ha vuelto a eliminar a los alaveses en cuartos de final. El equipo no ha conseguido desarrollar su juego en los momentos clave de la temporada y ha echado en falta la experiencia y la intensidad defensiva que tal vez habría podido aportar Henry. Siempre quedará la duda de qué habría ocurrido con él.