Los bosques y montes de todo el territorio están plagados de huellas de actividad humana que antaño eran base de economía y subsistencia, hoy caídas en desuso y, prácticamente, olvidadas. Pueden ser restos de neveros para la recogida de nieve con la que conservar alimentos; de ericeras para el almacenaje de castañas; de canteras moleras en las que se fabricaban las enormes piedras del mecanismo de los molinos harineros, o de carboneras, para la fabricación del combustible vegetal con el que se alimentaba el fuego de las ferrerías, por citar alguna.

Pues bien, la asociación etnográfica y de difusión cultural de Amurrio, Aztarna, ha organizado para esta semana tres rutas guiadas para conocer el entorno, historia y etnografía de la localidad de Baranbio, que girarán en torno a la piedra, el agua y la madera. No en vano, este pueblo –por su situación geográfica, al pie del Gorbea y de Altube– tiene infinidad de recursos a sus pies, tal es, que se formó y creció de la mano de estos tres elementos. “La madera, la piedra y el agua han sido, son y serán las materias primas que esta localidad tiene que aprovechar en el día a día. El carbón, los molinos, las ferrerías, la cantería, la minería… fueron las empresas de esta localidad durante siglos”, explica el miembro de Aztarna, Luiso López, que guiará las rutas. Todas ellas con salida y llegada a Baranbio, y “ni largas ni complicadas” porque, sobre todo, “va a predominar la observación y explicación de lo que se vaya encontrando”, adelanta.

La iniciativa arrancará ya hoy jueves, a las 09.30 horas, desde la ermita de Garrastatxu, y estará dedicada a la piedra. De hecho, se trata de un recorrido circular y balizado en el que se pueden ver ruedas de molino en fase de talla, marcas cuñeras o kirikiñohesi (ericeras), entre otros, que se estima culminará a las 13.00 horas en torno a un poteo.

Agua y Minas

También circular será la ruta dedicada al agua y la minería, prevista para el sábado (27 de mayo), con mismos horarios de partida y llegada, pero saliendo del entorno de la parroquia de Baranbio, en el barrio de Azkanzu, y en la que se podrán ver los restos de las minas que hubo en esta localidad y todo lo que giró a su alrededor. “Hasta bien entrado el siglo XX Baranbio estuvo ligada a lo que en abundancia le ofrecía la naturaleza, productos tales como madera, piedra, mineral, carbón y agua. De ahí sus pequeñas industrias: ferrerías, molinos, o minas de plomo y hierro como las del barrio Uresandikoalde”, señala López, en referencia a unas minas que tuvieron su esplendor a finales del siglo XIX.

“En esa época tenían mano de obra gratuita aportada por los prisioneros liberales, la mayoría de los cuales murieron de penalidades. Posteriormente, se abren de nuevo con motivo de la demanda generada por la segunda guerra mundial y hacía 1954 se cierran de forma definitiva”, añade. Sus restos son escasos. Y es que, en el año 1975, con motivo de la construcción de la autopista Vasco-Aragonesa, las infraestructuras que quedaban fueron sepultadas. Asimismo, en esta ruta se resaltará la riqueza del río Altube de Baranbio, cuyo valor viene dado por las franjas de árboles y arbustos ubicados en las márgenes del río, que constituyen un ecosistema, refugio y hábitat de una amplia biodiversidad de fauna y flora.

Vivero del siglo XVIII

Este ciclo de rutas etnográficas por Baranbio tendrá su colofón el domingo (28 de mayo), con la dedicada a la madera. Se partirá también, a las 09.30 horas de la ermita de Garrastatxu, para dirigirse hacia el viejo vivero de Arlamendi, en el parque natural del Gorbea, con la intención de inaugurarlo. De hecho, su muro fue restaurado en 2021, a través de un auzolan lanzado desde la junta administrativa de Baranbio.

En concreto, este vivero –un cercado de piedra que se construía antaño para proteger de la fauna y el ganado la planta de roble y haya– se encuentra a tres kilómetros de Baranbio, en una zona del término municipal de Zuia, aunque la propiedad es de la citada junta administrativa de Amurrio.

“El vivero cuenta con una superficie de unos 5.000 metros cuadrados, una longitud de pared de 300 metros y una altura de dos metros”, explica López, quien también apunta que su ubicación en ese lugar no es casualidad, sino que se debe “a la existencia de canteras de piedra que hay en la zona (Arri-ola-mendi)” y que, aunque en principio no hay datos de su construcción, “todos los datos señalan que es del siglo XVIII”, subraya.

“En la entrada actual se encontraba la txabola donde pasaban temporadas los que administraban el vivero para limpiarlo. Luego había que arrancar la planta para que la bajasen en burros o bueyes. La txabola era de unos 32 metros cuadrados, y se han encontrado utensilios de cocina, cucharas, platos...”, informa López. Lo que no se ha encontrado es ninguna entrada a este vivero, por lo que suponen que cuando labraban quitaban un par de metros de pared y luego lo cerraban. Hoy día se ve el vivero con robles y hayas de gran tamaño, que podrán disfrutarse en la ruta del domingo. Para más información y confirmación de asistencia se puede llamar al número de teléfono 690 22 35 33 (preguntar por Luiso).